aquel día mamá no tuvo que entretenerse a la salida de la iglesia y mientras caminaban juntos él preguntaba sin cesar. preguntaba acerca de cualquier cosa: de lo que había dicho el cura en su sermón semanal, de cómo funcionaba el tranvía, de qué iban a comer al mediodía, de si alguien había estado en la luna alguna vez, de cómo podía haberse llenado el mar de agua, de quién era el encargado de encender las lucecitas de las farolas... "¿y cómo puede llegar hasta arriba del todo? tiene que ser un hombre o una mujer muy alta, ¿no?"
mamá siempre compraba el último número de su cómic preferido en el quiosco de la esquina y como siempre, él se encerraba en su cuarto para disfrutar de las aventuras de su personaje. cada semana una distinta, cada semana una más divertida. ya tenía muchos cuentos, tenía cientos de historietas... y aunque corrían años difíciles aquel niño no dejaba de fantasear un futuro de colores brillantes y palabras doradas. soñaba ser mayor y conocerlo todo, escribir acerca de ello, tener una biblioteca gigantesca, enseñar a leer a otros niños como él...
años difíciles, días de pobreza y humildad en los que mamá sólo podía gastarse algunos céntimos en los cuentos de su hijo... pero esos años pasaron, él se hizo mayor y, ¿sabes? hoy es él quién regala historias contadas en viñetas a sus nietos. hoy es él quién dibuja, el que inventa aventuras y colorea personajes. hoy es él quien se divierte contestando a preguntas extrañas.