7.2.09

recuerdo de estación

la escena es en blanco y negro para mí. el frío estremecía las ramas de un ciprés sin dueño, allá en la lejanía. la bruma de aquella mañana de enero apenas dejaba ver sus ojos. aunque no importa, ya sabía que estaba llorando. sabía que lo hacía desde que le dije que me iba, que otro mundo me esperaba, que aquello ya no era para mí. pero me sorprendió el rumor de aquel llanto, un llanto sereno, paciente, de esos que hacen más daño al que lo provoca que al que lo sufre.

la escena es en sepia para ella. no hacía más frío que cualquier otra mañana de ese invierno tempestuoso y escurridizo. un tren se acercaba a la ciudad pero poco le importaba. al cabo de un rato todo habría perdido su sentido, todo se habría convertido en una especie de marco sin fotografía, un borrón de hermosas sensaciones que se desvanecían entre las alas del tiempo.

busqué un pañuelo en mis bolsillos esperando que no fuera uno de aquellos que mamá bordaba durante años para que siempre supiera el hombre que yo era. qué va, me los había dejado en casa… me costó entender que días antes había decidido abandonar allí todo lo que me recordara esa otra vida, esa otra ciudad y aquellos otros rostros que jamás querría volver a ver. ella no tenía la culpa, ella siempre había estado conmigo, siempre me había susurrado palabras de consuelo.

por eso lloraba. y yo sentía que algo se rompía dentro de ella, también dentro de mí. pero no podía vivir más mi vida allí, no podía seguir inventándome vidas que no eran las mías, que no me pertenecían. y que tenían que ser por el miedo a los demás. por el miedo al que dirán, por el peso de las miradas, por las historias de otros que antes que yo ya las sufrieron. incomprendido, insostenido, incompleto... la ciudad me esperaba, otro mundo distinto, otras esperanzas, otras historias, otras formas, otros hombres y otras mujeres, otra forma de mirar, de escuchar, de tocar...

ella no tenía la culpa, ella había visto en mis ojos la verdad. por eso se mantuvo a mi lado, por eso siempre dijo que era mi chica, siempre cubrió mis mentiras. siempre me quiso por quien era, no por lo que era. sí... siempre me quiso.

por eso la semana pasada cogió un teléfono para decirme que venía a vivir conmigo. ella ha cambiado, creo que yo también. ya no recordábamos aquella noche en la estación con la nitidez de otros tiempos. ya no llora... ahora duerme conmigo.

10 comentarios:

Lucina dijo...

Pocas palabras tengo para este escrito.
Simplemente que me ha hecho suspirar, que tienes la magia que hace sentir mientras lees.
Y que cambiar las lágrimas por dormir juntos, sin dudas es el mejor de los bálsamos.
Un beso, y buen fin de semana.

Luis Cano Ruiz dijo...

La manera de volver por la puerta grande. La verdad es que esperaba estos escritos, porque me gusta sentir esas palabras mágicas, llenas de una cuarta dimensión.

Un saludo.

Belén dijo...

Siempre que hay vuelta, siempre se cambia algo, pero no tiene que ser a peor, puede ser una evolucion importante...

Besicos

Monica Binsou dijo...

Que lindo relato!!!,si sos coprotagonista mucho mejor;magnífico uso el del telefono aquella semana que fue utilizado para cambiar lágrimas por sueños compartidos...

Anónimo dijo...

"Historias que tiene que ser por el qué dirán", de esas hay muchas,pero nunca ha sido tu caso,no?

Me alegro de que ella también buscara la autenticidad y esté ahora a tu lado.Lo digo por si el relato tiene algún cariz autobiográfico.De cualquier manera me parece muy bueno,y me ha gustado mucho eso de jugar con los colores de las fotografías.

Un beso para los dos.

Quijo - Meli Polo Fdez dijo...

a veces....los sueños...se cumplen.. :) Un abrazo!

M i A dijo...

Incomprendido, insostenido, incompleto... siempree existe alguien que puede cambiar todo eso... buen texto!

TUITA dijo...

Este texto me ha hecho reflexionar...

Eclipse dijo...

ya tienes el tesoro y duermes con él... qué más pedir?

Efecto Red dijo...

Nuevo blog Efecto Red. Visitalo: www.efectored.blogspot.com by Tuita y Quijo.

 
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