28.3.08

locura

habían pasado seis semanas y ella seguía allí, en aquel rincón de una clínica para locos. así la llamaba ella. cuando alguien la llevó a aquel viejo y apestoso sanatorio ella ni siquiera sabía qué le había pasado. dicen que había manchas de sangre por todo su apartamento, que había escrito frases que no voy a reproducir en las paredes, que había estado gritando dos días con sus dos noches y nadie sabía por qué.

seis semanas después, aquella chica no se había movido de aquel lugar bajo las escaleras del primer piso. sus ojos miraban a ninguna parte, las bolsas debajo hablaban de noches en vela, su tez tan pálida como el color de la pared en la que se apoyaba, los brazos caídos, cansados, tan delgados. el pelo alborotado, hacía tiempo que no olía bien. y ella seguía allí, sin moverse, sin hablar.

balanceaba su cuerpo adelante y atrás, sin entenderlo, preguntándose entre las tinieblas de su mente qué hacía allí, sin recordar nada, sin comprender quién la había encerrado en aquel lugar inmenso de gente rara y enferma. durante días alguien había venido a verla, a preguntarle qué tal estaba, a interesarse por sus aficiones o a preguntarle si quería salir a dar un paseo por el jardín. pero ella nunca contestó. seguía allí, incansable, mirando a la nada, volcando toda su atención en las motas de polvo que atravesaban los tímidos rayos de sol a través de una ventana.

seis semanas. con todos sus días y sus noches, ella nunca quiso moverse de allí. apenas comía, apenas bebía, apenas vivía. nadie supo jamás de donde había salido aquella sangre, ella no tenía marcas en las muñecas, no tenía heridas, no había cadáveres, no había nada. nadie supo jamás por qué había escrito aquellas frases. seis semanas y una noche después desapareció y nadie supo jamás adonde había ido.

26.3.08

jueves por la tarde

el viento agitaba la ciudad como si de una pequeña flor se tratara. eran días de lluvia y frío. días grises tras las ventanas de uno de los pisos más altos de la zona. ella anclaba su historia entre las páginas de un libro que pronto sería premio planeta. él sostenía un lápiz sobre sus labios.

- mira, sigo siendo un genio del equilibrismo.
- ya veo... ¿y no tienes nada mejor que hacer?

él se encogió de hombros y revoloteó durante un tiempo alrededor de ella. la abrazó, la besó, la acarició, le dijo cosas que nadie pudo oír... después se sentó en su sillón de leer, justo delante de ella. pensó que no tenía nada mejor que hacer que mirarla y deleitarse con el placer de su presencia. pensó que no había nada mejor que aguantar su cabeza en las rodillas mientras veían cualquier película ñoña de la televisión un sábado cualquiera. que jamás había habido nada mejor que sentarse con ella en una terraza un viernes por la tarde disfrutando del fin de semana que aún no había empezado. pensó que nada era más reconfortante que encontrarla con su camisón de niña pequeña al llegar tarde a casa. que nada era mejor que verla tan guapa por las mañanas cuando nadie más la había visto aún.

- ¿sabes? hoy no me apetece hacer nada. sólo mirarte.
- qué raro estás. quizá deberías irte a dar una vuelta.
- hoy no. no quiero ir a ningún sitio si no es contigo.

ella sonrió y aparcó su novela para dedicarle una de esas miradas que se hundían tan dentro, hasta el fondo del corazón suave y esponjoso de aquel niño que ya había crecido. aunque quizá no tanto.

24.3.08

de vuelta

de vuelta a madrid la nacional cuatro se colapsaba a su paso por despeñaperros. será que siempre que voy a casa no soy el único, lo único que sé es que continuamente están pasando cosas que hacen que llegue tarde, más cansado y aburrido, más aletargado y perdido, más despistado aún. en el autobús intentaba dormir y no pensar. intentaba imaginar las vidas de los que estaban cerca de mí. volvía a querer dormirme. miraba por la ventana y recorría campos inmensos entre las patas del toro de osborne.

mi mente se perdía lejos de mí, de aquellos barrotes de cristal que no me dejaban bajar y correr y sentir el aire frío en la cara. mi mente vagaba por el mundo, camino de la gran ciudad, de esa que a veces se siente más triste o más alegre cuando todos se van y al contrario, o igual, no sé, cuando todos vuelven. dormí y soñé. soñé con un reencuentro en cualquier puesto de libros cerca del paseo del prado, soñé con dos personas de rostro oculto que volvían a verse bajo la torre eiffel, con dos lejanos amigos que años atrás habían quedado en el piso más alto del empire state building...

otros encuentros como el mío. como el de todos, supongo.

14.3.08

reencuentro

vagaban por las calles como susurros del viento mientras el sol, tibio y sereno del amanecer, rozaba sus caras y proyectaba dos largas sombras que les seguían a cualquier parte. hacía años que no se habían visto y aquella noche no pudieron hacer otra cosa que sentarse en un café cualquiera a hablar y hablar. la mañana les había alcanzado, casi sin darse cuenta, como si no hubiera pasado el tiempo, como si los 60 aún estuvieran aquí. como si nada hubiera cambiado.

y sin embargo, les había costado mucho reconocerse en aquel viejo puesto de libros cerca de atocha. los dos andaban buscando una obra cualquiera de miguel hernández, un retazo del pasado venido desde muy lejos, un poema perdido al que abrazar cualquier noche de ese frío noviembre. y así, casualidades de la vida, tras años de soledad compartida, de pensamientos eternos, de tristes anocheceres, sus dedos concluyeron sobre el mismo cuaderno raído y viejo.

- oh, perdone.
- no, ha sido culpa mía, disculpe.

y por un instante, quizá unas pocas milésimas de segundo, se miraron a los ojos, tímidos, vacilantes, como si los 60 años que arrastraban fueran de mentira, como si la vida no les hubiera enseñado a entender esos malentendidos. y, claro, como siempre fue ella la que preguntó.

- ¿eres tú?
- ¿perdone?
- te conozco. sí, eres tú.

y él enmudeció. un brillo distinto, un expresión velada tantas otras veces vista... entonces la conoció. ¿cuántos años habrían pasado? quizá 30, no, seguro que algunos más. toda una vida que se había vaciado en el recuero de otro cuerpo. otra vida distinta que se había alejado mucho tiempo atrás. ninguno sabía el porqué. anduvieron sin rumbo fijo durante horas, se hizo muy tarde y en algún momento entraron en una cafetería non-stop.

no entendían por qué se habían perdido la pista, en qué momento dejaron de saber el uno del otro, si en aquellos años de lucha y represión habían estado tan unidos. hoy volvieron a encontrarse, pero amaneció demasiado pronto. aunque estoy seguro de que no será la última noche en vela. ella desapareció en el interior de un taxi cerca de gran vía. él volvió a casa andando, no estaba demasiado lejos.

12.3.08

felicidades


hoy ella cumple un año. ya ves, sólo son doce meses. quizá para ti, para mí, para la mayoría, un año no sea más que un ciclo que termina y otro que empieza, uno de esos días en los que hacer balance y proponerte nuevas metas. pero para ella supone toda una vida.

hace 366 días ella se abrigaba en el regazo de su madre por primera vez. así empezaba un camino soleado, lleno de florecillas y música, una especie de camino a oz, ese camino en el que se convierten las vivencias de cualquier persona. sólo hace doce meses de aquello, doce meses que para ella son todo un mundo.

la verdad es que llegó un poco tarde, hacía más de 16 años que un nuevo miembro no alumbraba la familia. y qué más da. ella iluminó desde el primer momento cada rincón de su hogar, pero también del de sus abuelos, el de sus tías y tíos... se convirtió en el ojito derecho de todos. y ella lo agradeció siempre como mejor supo, con una simpatía que hace que a todos se nos caiga la baba, siempre sonriendo, siempre hablando sin decir nada, siempre mirándolo todo como el que necesita escapar de esa cárcel que es su cochecito de paseo, apenas sin dormir.

ella está lejos, vive al borde del mar y prefiere que seamos nosotros los que vayamos a visitarla, piensa que allí se está mejor que en ningún sitio. la última vez que la vi, con sólo nueve meses daba sus primeros pasos de baile mientras todos nos quedábamos maravillados. siempre ha sido muy despierta, demasiado adelantada para su edad, ahora tiene la boca llena de dientes, corre y empieza a decir palabras que todos entendemos. ella es feliz, se le nota. nosotros también.

hoy es el cumpleaños de una pequeña tan alegre como esas mañanas de verano, cuando huele a sal y tus pies se hunden en la arena. tan alegre como esas tardes de invierno en las que llueve y tú te acurrucas en el sofá volviendo a ver tu película preferida. hoy es el cumpleaños de laura. felicidades, cariño.

11.3.08

olvidos

olvidos. cortocircuitos de la mente. desconexiones temporales que hacen que todo se quede en blanco, que nunca más vuelvas a pensar en ello, que jamás recuerdes haber recordado. despistes. agujeros por los que todo lo importante retrocede, se aleja, desaparece.

siempre me ha sorprendido ese mecanismo extraño por el que olvidamos las cosas. si ocurren y tu las vives, si las sabes, las entiendes, las has leído, las has visto o las has olido, si las has tocado, si alguna vez has estado en contacto con ellas... ¿por qué se te olvidan? alguien dirá que no las olvidamos del todo, que siguen ahí, de un modo u otro. cualquiera podría decir también, que olvidamos para ahorrar, porque si lo recordáramos absolutamente todo, probablemente tendríamos la cabeza más grande.

no lo sé. pero ayer me ocurrió algo que no es que no me hubiera pasado nunca pero que me hizo pensar en esto de los olvidos, y sobre todo en que tendría que llevar una red atada al cuello para ir recogiendo lo que se escapa de mi mente. vayamos al grano. la cosa es que como buen estudiante, los bolígrafos son para mí un material de fácil y rápido consumo. pues bien, me dirigí a la papelería del campus a comprar uno de esos típicos bic azules. pregunté al tendero cuánto costaba y vi que no llevaba suelto. le di un euro, recogí el cambio y me fui a la biblioteca donde tenía por delante dos horas de ávida lectura de periódicos (era el día después del gran día electoral).

al cabo de un rato, en una de esas extrañas conexiones mentales que sin venir a cuento te desvelan misterios, me di cuenta de que no tenía el bolígrafo. así que al fin de mi jornada lectora, después de enterarme de que había perdido mi apuesta electoral, volví a la papelería y el bolígrafo seguía allí, intacto, donde el tendero lo había dejado para mí. salí sonriendo, sonrojado, deslizando excusas por aquel despiste tan tonto... y pensé sobre lo que realmente había pasado un rato antes: había entrado en una papelería, había dado un euro a un hombre, había recibido sesenta centimos a cambio y me había ido con las manos vacías. un auténtico cortocircuito.

aún me pregunto que hago escribiendo... en fin.

9.3.08

el momento de hacerlo

aquella tarde alguien pensó que había llegado el momento de hacerlo. y los demás le siguieron con la mirada mientras salía de la habitación y también después, por la ventana, mientras andaba hacia su coche, mientras montaba en él y desaparecía en el horizonte.

aquella tarde alguien pensó que había llegado el momento de hacerlo. y los demás aplaudieron su decisión y pensaron que ya era hora, que valiente cobardía la que había aterido sus labios, sus brazos y su sentimiento, que menuda forma de ayudar en un momento como aquel, que menos mal que alguien había dado el paso por ellos.

aquella tarde alguien pensó que había llegado el momento de hacerlo. y yo entendí que nunca había estado más lejos de donde tendría que estar, que jamás había comprendido del todo lo que la gente decía, que toda la esperanza estaba en él, que la historia no podía terminar así y por eso había llegado el momento.

aquella tarde alguien pensó que había llegado el momento de hacerlo. y lo hizo. acabó de golpe con todo, acabó de una vez con lo que nos hacía débiles, con lo que nos atenazaba el corazón. acabó con la mala suerte, con la hipocresía, con la desesperanza. acabó con el horror y la estupidez, con la maldita crispación, con la basura que inundaba nuestros pulmones. acabó con la falsedad, con la mala educación, con la injusticia. y desde entonces no hubo más muertes, no más lágrimas que no fueran de felicidad. terminaron los discursos de derrotas y empezó una nueva historia, una nueva forma de mirar al exterior, un nuevo mundo, distinto, diferente, de otra forma, con otros colores mucho más vivos, mucho más intensos, más alegres.

aquella tarde alguien pensó que había llegado el momento de hacerlo. subió el telón y la obra dio comienzo. hoy tenemos una nueva oportunidad. un día más. muchos años por delante. asomémonos al balcón de la historia que no ha empezado aún. subamos a este buque que parte, que se va y no vuelve. hoy tenemos una nueva oportunidad.

6.3.08

mañanas de domingo

despertó aquella mañana, aún somnoliento. el cansancio en los hombros, la cabeza muy turbia, como si no fuera él, como si no estuviera allí, como si medio millón de soldados anduvieran en formación y a paso ligero dentro de él. los brazos, las piernas, cargados, se movían descompasados dentro de las sábanas, tampoco era él quien ordenaba lo que tenían que hacer, era otro. sus ojos aún pegados, se resistían a abrirse y mirar más allá de sus propios párpados. la boca pastosa, inservible, como sin pilas y un cierto sabor amargo que ya sabía que tardaría en desaparecer. intentó elevar la cabeza por encima del cuerpo hundido en aquel colchón pero no pudo y cayó de nuevo en las redes del sueño.

un par de horas más tarde volvió a despertar. cuando consiguió abrir los ojos la terrible avalancha de luz de un domingo cualquiera donde el cielo amanece azul a las cuatro de la tarde hirió sus retinas. se llevó las manos a la cara en un movimiento lento, torpe. giró la cabeza y entre sus dedos vió que la cama estaba vacía al otro lado. ella se había ido. otra vez. y una sensación de derrota que no era desconocida inundó su cuerpo como el alcohol lo había inundado la noche anterior. ella se había ido otra vez. y no podía entenderlo, creía que no iba a volver a pasar, pero ella siempre se iba. y lo peor: siempre regresaba.

intentó recopilar cada momento, cada paso que le había conducido hasta aquella situación aquella mañana de abril, que le había llevado otra vez a su vieja cama abandonada, a ese pequeño universo de su habitación que horas antes había estado tan lleno y que ahora estaba tan vacío. pero no podía, ni siquiera recordaba donde la había encontrado, lo único que sabía era que se habrían emborrachado juntos en cualquier bar, que se habrían besado en cualquier esquina, que ella le habría dicho te quiero en cualquier taxi y que habían hecho el amor entre las mismas sábanas que otras veces, en un guión cansado ya, de ser representado.

entonces se dio cuenta de que el sabor de su boca no era el sabor amargo del alcohol derretido, ese sabor áspero y desgraciado que le dejaban las resacas de noches inacabables. se dio cuenta de que era el sabor de la pérdida, de la desesperación, de la vida que llevaba. era el sabor de una tarde que se había repetido demasiadas veces, las tardes que seguían a cada noche con ella.

como pudo llegó a la ventana, descorrió las cortinas que ella había elegido hacía años y subió una persiana que nunca había pesado tanto. abrió la ventana y gritó a la ciudad que se desparramaba, irregular, bajo sus pies en un ático de hortaleza. gritó que jamás volvería a sucumbir a aquella tentación que le obligaba siempre a repetir, a caer en el mismo error. gritó que jamás volvería a soñar con ella, con su tibia piel, con su pelo, ni tampoco con sus labios. gritó que todo había acabado, que ya estaba bien. gritó que jamás volvería a dormir abrazado a ella. y, sin embargo, un te quiero insípido se escapó en un susurro de sus labios cuando apenas tenía aire en los pulmones.

ya había gritado demasiadas veces, demasiadas tardes. demasiadas.

4.3.08

escrito en una piedra

palabras que no encuentras en un mar de sensaciones que te invade y que ni siquiera llegas a adivinar hasta un tiempo después, hasta que de verdad te das cuenta dónde has estado, qué has estado haciendo y, lo más importante, con quién.

hoy ha sido un día especial. he asistido a la presentación del libro "escrito en una piedra" de pablo guerrero. sin embargo, pese al respeto que le tengo a un hombre de tamaña trayectoria, me he acercado al acto para poder ver más de cerca a dos hombres de una misma familia. uno es autor de la banda sonora de mi vida, de mi historia, de canciones que han llenado mis horas desde hace años y que me han enseñado a mantener la esperanza en un mundo distinto, que aún es posible. el otro se ha convertido desde hace un tiempo en una especie de guía, algo así como el tutor de mi ideario, alguien que apoya mi manera de ver el mundo y que en la calle tabernillas ha creado un lugar de encuentro para aquellos que, como él, pensamos en una memoria que no puede ni debe perderse, que queremos leer algunos poemas preciosos, que queremos sentir, saber.

un par de fotografías, unas cuantas palabras... que han sabido a poco (estúpida timidez) y, sin embargo, la sensación de que no será la última vez que nos encontremos. las ganas de pertenecer a ese clan, a ese mundo distinto, a esa historia que no se pierde. y saberme menos perdido, más arropado. gracias a los dos y gracias a pablo por acercarme a vosotros.

3.3.08

de cine

a veces veo mi vida como en el cine. como si estuviera sentado en una de esas butacas azules, con un cubo de palomitas y una cocacola gigante. y siempre a solas. nadie parece querer ver lo que hago, lo que vivo y sin embargo a mí me parece que no puede haber una película mejor. millones de extras he contratado, caras que se escapan y se van corriendo, algunos actores secundarios que hacen muy bien su papel. y dos que no dejan de aparecer. hoy hay más luz.

también yo soy el director, el operador de cámara, el iluminador, el que maneja el atrezzo, el maquillador, el de vestuario... mi vida es un gran largometraje. aunque aún no haya habido alfombra roja y el montaje no esté acabado. aunque a veces haya tomas que no son exactamente falsas pero que sí quiero repetir o, bueno, esperar a que el guión vuelva a un punto similar y rodar de otra manera, desde otros ángulos, en otro formato o quién sabe, con otros actores. y, sin embargo, nunca cambiaría a la protagonista principal, eso jamás.

olvídate de mí. casablanca. amélie. la ventana indiscreta. pulp fiction. la casa azul. ismael serrano. iván ferreiro (piratas). quique gonzález. scorsese. woody allen. kubrick. tarantino. amenábar. bardem. scarlet. ruiz zafón. josé saramago. almudena grandes. flanagan. lluís bassat. lorca. machado. salen ahora, antes, después... son influencias de un director novel, como yo. aún me faltan muchas, voy poco a poco.

y fíjate, increíble esta toma. una cámara baja desde el cielo, como si descendiera por la torre eiffel, pero rápido, muy rápido. corre a través de parís y atraviesa el arco del triunfo, corre y corre, hasta montmartre, después gira y pasa cerca del moulin rouge, va más rápido y se ve notre dame, pasa entre las dos torres y ahora no es parís, es olvera y madrid, ya no se sabe muy bien. la camara vuela, como en una alfombra mágica. se mete en un edificio, sube las escaleras y espera en la puerta, que se abre. por fin en casa. la cámara se gira y era yo el que volaba. cierro los ojos, se apaga la luz y me veo durmiendo. soñando.

es mi película favorita.
 
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