27.11.08

jazz y vida...


(en voz queda, pausada, radiofónica... porque la noche es un buen lugar para tocar corazones apenas susurrando, en silencio, sólo escuchando.)

buenas noches, amigo. hoy has llegado un poco antes, no te esperaba aún. sin embargo, tengo algo preparado para ti. bebe de esta copa, te sentará bien. se llama brad mehldau y esta es una bella melodía. ¿sabes? hoy te he echado de menos, llevo horas buscando notas que hablaran de ti, que dijeran algo en este comienzo, que marcaran tus oídos y tu alma, que calmaran la histeria del mundo y nos dejara respirar tranquilos... 

déjate llevar por la música en esta noche de otoño, tan fría como el corazón de los estudiantes que sólo viven y apenas sienten... quédate conmigo hoy, viajaremos al infinito a través de un bosque de canciones, lejos. tan lejos que apenas verás la ciudad como un punto iluminado, desde la inmensidad del cielo negro que hoy nos cubre.

esta es una noche especial. tú estás conmigo. sabes que puedes contarme cualquier cosa y sabes que yo siempre voy a escucharte entre jazz y tequilas, entre pianos de cola y saxofones aturdidos, entre izquierdas y derechas, entre sueños y abrazos... esta noche quiero que sepas que hoy el mundo es un poco más cálido, que si vienes a buscarme no tardaré en abrirte la puerta de mi estudio, que hoy es siempre todavía y las palabras alumbran el camino.

sí, amigo, yo estaré aquí. llámame, háblame de ti, de tus pesares, de tus alegrías, de aquello que esta noche no te deja dormir... cuéntame qué es de tu vida, a qué lado de la frontera dejaste tus andanzas de niño joven e inexperto, cuéntame... permite que sepa algo más de ti. déjate llevar. apaga las luces, enciende una vela y sonríe, porque hoy empieza una nueva escuela, la escuela de las experiencias vividas. luego, haz que la llama te caliente el alma y ven a hablarme de ti.

el jazz será nuestro punto de encuentro, el nexo que nos una, que nos permita acercarnos en esta soledad. en el vacío de un mundo sin expectativas a la vista... en la plenitud calmada de un mundo que no puede ser más feliz. el jazz nos reunirá a través de las ondas en este bello bar de la ciudad. óyeme, ven si quieres o si quieres, sólo llámame, háblame... te estaré esperando a esta misma hora, en este mismo lugar. jazz y vida...

24.11.08

pensando

a veces creo que las canciones están escritas para mí. a veces me siento el protagonista de un video en el que sólo salgo yo, subido en cualquier autobús rumbo a ninguna parte. la pose meláncolica. la mirada perdida, profundamente perdida. los sueños a punto de romperse. y miles de imágenes rodando por mi mente como si fuera el final de una larga carrera cinematográfica.

apagó el motor con la sensación de llevar mucho tiempo sin tomar aire. cualquier lugar a lo largo de aquella carretera apartada del mundo habría servido para pasar la noche. cualquier lugar y aquel también. el capó del coche emanaba humos de distintos tamaños. a su lado, aquel hombre silencioso, de sonrisa tenue y tan discreto que no había abierto la boca en todo el viaje a no ser que él le hubiera preguntado, ya dormía. él no tardó demasiado en cerrar los ojos.

unas horas más tarde ambos fumaron un pitillo apoyados en el coche mientras amanecía. sin hablarse. sólo mirando la ancha llanura a sus pies y respirando el olor de la carretera, el olor ocre de la tierra y de la mañana. él caminó unos pasos y le susurró a su amigo algo que no fui capaz de entender. entonces se alejó, se alejó y no volvió, se fue.

adormecido, taciturno, pensativo... intento comprender la razón de esa visión, de esa imagen que nada tiene que ver conmigo, ni con mi vida. soy incapaz. incapaz de saber, de entender. la música produce efectos extraños sobre mí y me doy cuenta de que forma una parte importante de quien soy. hay letras que han marcado mis días, mis experiencias... canciones que me han retratado, palabras, ritmos, historias que han sido yo, que lo son aún.

y ¿sabes? hoy que corren tiempos difíciles, que la vida nos pone a prueba y que sé que todo saldrá bien, que somos más fuertes de lo que podíamos pensar... también hay canciones que hablan de mí... y de ti. también hay palabras que sanan el alma, que hacen creer. como yo creo en ti.

17.11.08

del trabajo a casa

salía del trabajo caminando a paso rápido, unos minutos más y el atasco de las cinco y media la dejaría fuera de juego durante una hora más de la cuenta. sus tacones sonaban por toda la oficina mientras se dirigía al ascensor. una vez allí pulsó el botón del primer sótano y pensó en lo que quedaba de día. por un momento sintió una intensa sensación de descanso. un sonido agudo la devolvió a la realidad y los tacones volvieron a repiquetear fuera del elevador antes de subir a su lujoso coche de subdirectora adjunta.

el traje impecable y el pelo suelto, las gafas de sol, el maletín, los zapatos de tacón de aguja y un perfume demasiado caro como para prestárselo a nadie. condujo despacio hasta casa, la circulación ya era algo densa. notaba sus pies cansados y la espalda empezaba a dolerle después de haber estado todo el día sentada ante su ordenador, sentada en la reunión presidencial, durante el almuerzo... al fin y al cabo, era viernes y la semana había sido dura.

antes de ir a casa pasó por el supermercado de la esquina a comprar unas cosas. nada especial, unas verduras para la cena, algo de fruta y un poco de chocolate... como siempre. subió a casa. el ascensor nunca iba tan lento como los viernes por la tarde. por fin se abrió la puerta y ante ella, el paraíso. 

entró en casa, guardó la comida y fue a su habitación. se descalzó. hizo volar la chaqueta de ejecutiva hasta la cama, la falda entallada que tanto odiaba calló desplomada hasta el suelo. después se quitó la camisa que mamá le había regalado en navidad y la colocó cuidadosamente dentro del armario. acabó de desnudarse y posó sobre sus hombros la bata de seda que había comprado durante el último viaje a japón. despacio, anduvo hasta el baño y abrió la puerta.

- te estaba esperando -dijo él.

ella dejó que la bata se deslizara a lo largo de su cuerpo.

- lo siento... -dijo ella. sonrió y ocupó el hueco que el le estaba guardando en la bañera.


13.11.08

andando

andaba susurrándole al viento, despacito, como cuando sólo quieres andar por sentir tus piernas y saberte eterno, como cuando lo único que necesitas es disfrutar de la ciudad que te acoge, mirar caras desconocidas pero tan cercanas que casi podrías descifrar sus vidas encerradas en sus ojos. como cuando lo único que te apetece es que el sol te bañe las entrañas y te recorra el cuerpo para aliviar el tedio y la rutina.

y no sabía dónde, pero sus pasos la guiaban por las calles mientras observaba edificios altos como torres de babel. caminaba desorientada en aquel laberinto de cristal oscuro y metales pesados, entre paredes grises y pequeñas luces de colores que se encendían y se apagaban mientras dirigían el tráfico de cientos de personas que a un tiempo se encontraban en el mismo lugar aunque distintas urgencias los llevaran por direcciones, también distintas.

en su camino encontró obras que la hacían cruzarse de acera cada vez que a alguien se le ocurría abrir una herida en el suelo de la ciudad, también encontró hileras de niños que salían del colegio y la saludaban sonrientes, con los brazos muy arriba, apuntando alto, alto, y moviéndolos a un lado y al otro, como si temieran no ser vistos. ella también les sonreía y les decía adiós mientras ellos subían al autobús.

pero no dejaba de andar, y al cabo de un rato empezó a comprender dónde la llevaban su pies. así que al paso de unos minutos allí estaba. plantada delante del escaparate más bonito que nunca había visto. el mismo que tantas veces había contemplado en sus excursiones a aquel lugar, cuando era pequeña. no lo pensó,  entró y preguntó por su cómic favorito. reconoció al vendedor, era el mismo hombre delgado y bonachón de antes, aunque bastante más avejentado. le sonrió, pagó y después de echar un rápido vistazo a la tienda, intacta desde hacía años, volvió a casa.

y lo hizo como siempre... con la nariz dentro de un libro. 

11.11.08

café para dos

aquella tarde quedamos para hablar en una antigua cafetería de las que hay al este de la ciudad, uno de esos lugares que no han evolucionado nada desde hace cincuenta años, una taberna amiga que guarda en sus tazas los posos de historias trabadas a lo largo del tiempo, lento y paciente, de los barrios viejos. un rincón mágico que pocos conocen, al que todos vuelven.

y hablamos. pasamos horas hablando, conversando, disfrazando palabras desnudas con risas y guiños, alguna lágrima también. he de decir que nunca me había sentido así, nunca antes había dormido sobre un lecho tan dulce como aquella tarde en la que repasamos tiempos antaños, en la que tú comentaste cómo había sido tu vida a pesar de los pesares, a pesar de los sueños incumplidos y las ganas de huir.

y hablabas mientras yo te miraba y comprendía que los años habían pasado de verdad. tus ojos que habían sido realmente azules, ahora habían perdido viveza. tus labios, gruesos hacía tiempo, eran más delgados y tristes. y aún así, las arrugas que empezaban a percibirse en tu rostro te hacían la mujer más guapa de la ciudad.

tú no parabas de hablar y para mí no existía nadie más. el resto del bar y del mundo giraban a nuestro alrededor como si, juntos, estuviéramos en el centro de un tornado de recuerdos e imágenes, como si nada más importara, como si las horas no estuvieran pasando cuando en realidad, el tiempo se acababa y la noche, que corría más veloz en invierno, hacía rato que había llegado.

así fue como sorbiste el último trago de tu tercer café y me miraste de una forma extraña pero a la vez tan conocida, tan anhelada... me estremecí y me di cuenta de en quién te habías convertido, de los años robados, de las penas compartidas y los momentos perdidos. entonces me di cuenta. pagué y prometí llamarte. pero aún no lo hecho.

9.11.08

el instante


ferviente dolor de cabeza. nariz taponada y oídos casi a punto de estallar. un gran resfriado aguarda a la vuelta de la esquina, esperando a que olvide mis antigripales para hundirse en mi pecho y aburrirme la próxima semana.

qué más da. últimamente estoy encontrando una nueva realidad más allá de mis manos, más allá de donde mis ojos son capaces de mirar. mucho más lejos, donde el mundo acaba y nadie llega, donde nadie habla, donde sólo unos pocos han estado antes. el lugar del alma, del llanto lento y sosegado, de la felicidad y la tristeza subido en el último vagón de un tren desórbitado rumbo a madrid. últimamente he estado pensando. oyendo. sintiendo...

guía tu corazón
a una nueva estación,
a un peseo sin reloj,
a una gran conversación.

al sonido del mar,
y a esa puesta de sol,
a una hoguera en un rincón de la noche.

nadie podrá arrebatarte
toda la magia de este instante,
hay un millón de motivos
para dar gracias por estar tan vivos.

no hay nada que pensar,
lo tienes ahí delante
nada te impide ya
disfrutar el instante.

sé que alguien te ha podido herir,
sé que aquello era importante
pero ahora que has llegado aquí
ahora no puedes derrumbarte.

ahora va a amanecer el sol
que brillara dentro de ti,
pues vas a concederte el don
de disfrutar y ser feliz.

la vida puede acabar hoy
pero eso no nos va a impedir
caminar siempre hacia delante.

nadie podrá arrebatarte
toda la magia de este instante,
hay un millón de motivos
para dar gracias por estar tan vivos.

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el instante. de la sonrisa de julia, en volver a empezar.

6.11.08

pequeño, insignificante

últimamente ando un poco perdido. como dice la canción. un poco adormilado, extrañado de lo que ocurre, como si no fuera yo el que conduce mi cuerpo por calles desiertas, el que lee palabras sin sentido, el que escribe frases sin saber si son ciertas, inventadas o si, simplemente, son mis dedos los que teclean frente a la pantalla de mi ordenador. últimamente no entiendo nada. los días me recorren el cuerpo como si no hubiera presente, casi sin enterarme, casi sin saber.

millones de cosas que hacer, preocupaciones varias, agridulces sentimientos que me embargan y me llevan lejos de mi cuerpo, a otros lugares no terrenales, irreales. la cabeza va y viene, mi mente vuela y se olvida, los días pasan y yo... yo no me doy cuenta. no me doy cuenta y todo ocurre sin mí. me sé más insignificante todavía, más pequeño en este mundo que hoy nos alimenta con una crisis que no es sólo económica, que no es sólo institucional... sino de valores y de creencias.

aún pocos saben que existo, que vivo y escribo, que sueño, que digo. aún pocos entienden que la vida es más que esto, que estas cuatro paredes, que el mundo no se acaba aquí, que hay que volar... que iluminar otras vidas, otros lugares. hoy me veo reflejado a mí mismo en el agua del estanque y pienso que soy pequeño, sin sentido ni dueño. y pienso que no hay hilos eternos, que no hay manos que mecen, que no hay palabras que guían... 

hoy me pierdo y me encuentro, los días pasan, las luces se apagan y se encienden, las idas vuelven, el que duerme despierta y el que despierta no duerme... palabras, imágenes, una botella vacía, una estrella que no brilla, los periódicos que hablan y tú que te lanzas. me pierdo y no me encuentro. futuro incierto. historias que no terminan, que siguen, que viven. ya no sé lo que escribo, pero sí sé lo que digo.

hoy me pierdo y te encuentro. te encuentro y ya no me pierdo.
 
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