5.4.11

mañanas

caminas deprisa por las aceras de la ciudad entre somnoliento y alerta. nunca hay tiempo que perder, por eso un minuto es mucho más importante a estas horas de la mañana que en cualquier otro momento del día. otros cuerpos caminan a tu lado, todos parecen llevados por la misma desidia, por las mismas pocas ganas de empezar de nuevo una y otra vez hasta el próximo fin de semana.

lo más sorprendente de todo es que esos cuerpos tienen caras y que tú no eres capaz de recordar ninguna. cada día el mismo camino, cada día las mismas maniobras, los mismos trucos, las mismas tomas de posiciones. cada mañana saltas el mismo escalón medio roto, rodeas el mismo naranjo, que sigue siendo el mismo aunque a veces cambie un poco, siempre pasas por delante de la misma persiana a medio subir y oyes la misma emisora de radio que se cuela por una ventana. cada día es igual, pero distinto. y sin embargo, las sensaciones nunca cambian.

y todo es siempre de la misma manera hasta que un día no lo es. y de repente ves una cara conocida en el metro. quizá sólo sea eso, una cara conocida. quizá no sepas cómo se llama su dueño pero hay un vínculo, un lugar y momento compartidos. le miras y notas que él te mira, que también te conoce, que hay un pasado común no se sabe dónde, no se sabe cuándo. pero que existe, que está ahí aunque a veces lo eches de menos.

entonces notas un pequeño hilo de esperanza, un no todo está perdido en esta ciudad atestada y ruidosa. y es en ese momento cuando te reconcilias con el mundo o al menos con tu propio mundo, el que te acoge cada mañana mientras vas al trabajo o caminas de vuelta a la facultad. y piensas que, en fin, todos somos alguien. todos tenemos una vida más allá del metro. lejos de los trenes.

3 comentarios:

L_Y_R dijo...

incluso tenemos trocitos de vida en varios lugares... y dejamos esos trocitos con ese efecto pulgarcito... para saber, de vez en cuando, que podemos reencontrarnos. con nosotros. con los otros.

:)

maria jose dijo...

A veces,nos envuelve la rutina y la sonrisa de un niño con el que te cruzas o el saludo amable de un desconocido es suficiente para alegrarte el día.

Un beso para los dos.

Álvaro Dorian Gray dijo...

el metro es un grandísimo lugar de encuentro...
saludos y salud

 
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