4.3.09

blanco

últimamente leo más de lo que escribo. leo más libros. más saramago. más publicidad. más historias antiguas... leo más. y al fin, escribo menos. el tiempo se ha vuelto de nuevo importante para mí, una constante... algo que no se va de mi mente y no sé muy bien la razón.

hacía doce minutos que ella había dejado una estela de perfume en el ambiente de aquel bar totalmente blanco. exactamente habían transcurrido doce minutos desde que se puso de pie, abrió la puerta y desapareció tras ella. doce minutos que yo había aprovechado para remover el café casi agotado de una taza tan negra como el fondo de un agujero sin fondo. así era aquel bar, blanco con tazas negras. con sillas negras y mesas blancas. el suelo negro, todo lo demás era blanco. las paredes blancas, los muebles negros. algo así, ya no recuerdo muy bien el orden.

doce minutos y yo pensando. removiendo el café. utilizando una servilleta y un bolígrafo para escribir unas cuantas notas, algunos versos sueltos, unas palabras de adiós. de hasta luego. de no sé qué porque no sabía qué había sido aquello. doce minutos y allí estaba yo. sentado. removiendo el café. mirando la puerta de vez en cuando por si se le ocurría aparecer de nuevo. doce minutos de café descolorido y miradas furtivas que me señalaban acusadoras. "qué habrá pasado", "seguro que le ha dicho algo horrible... ella iba llorando", "será gilipollas, el tío este".

doce minutos y yo no me había dado cuenta de nada. sólo era consciente en aquel momento. los once minutos anteriores se habían esfumado como si no hubieran existido. como si aquellas palabras no hubieran salido de mi boca tanto tiempo antes. como si aquellas palabras no hubieran salido de su boca tanto tiempo antes. doce minutos y el perfume que siempre usaba aún flotaba en el ambiente. quizá no hubiera pasado tanto tiempo, quizá sólo hiciera un momento que se había ido...

doce minutos. sólo doce. tanto tiempo... que el café estaba ya frío. 

me fui. me fui de allí. dejé mi dinero. dejé mis notas. las miradas de aquellos otros. y la puerta blanca, aquella puerta impoluta, tras de mí. 

8 comentarios:

Belén dijo...

estás ocupando tu tiempo, pero eso es normal... ya llegará el día en el que serás dueño de hasta esos doce minutos...

besicos

Lucina dijo...

A pesar del tiempo, que se esfuma de las manos, sigues con estas historias tan maravillosas.
Sentir su perfume..sin dudas es inspirador de versos.
Un beso

Anónimo dijo...

¡Pues sí que te han cundido esos doce minutos...!Te ha salido un post precioso,y con ese denominador común que no por repetido resulta cansado:el bar.

No se puede estar en todos lados.Si te dedicas a leer,no puedes escribir,pero no lo dejes.Ahora has tardado muchos días en ponernos algo nuevo.

Un beso para los dos.

Castigadora dijo...

Un bello post!
El tiempo, se puede escribir sobre él, maldecirlo, amarlos, pasarlo, pero nunca detenerlo y la mayoría de las veces ni tan siquiera entenderlo.
Pero puede disfrutarse, espero que lo puedas hacer

Puff hacía mucho que no me colaba en tu rincón!
Besos

Eclipse dijo...

y qué pasó?
doce minutos, esas medidas de tiempo no redondas son perfectas para mantener momentos inolvidables, particulares. hablan de una preocupación por el tiempo exacto, con sus minutos y sus segundos, quizás hasta sus milésimas, para los más quisquillosos.
doce minutos... puede caber tanto y a la vez tan poco en doce minutos!
muy lindo, che

La Ovejita Negra dijo...

Con sólo un segundo... Si te descuidas, puedes perder, años de dedicación, esfuerzo, y empeño...

Seguiré leyendo, para ver que pasó con esos doce minutos de tu vida.

Un saludo!

Luis Cano Ruiz dijo...

Hola.

Te he dejado un premio en mi blog. Pásate a por el cuando quieras.

Un saludo.

Elegi@ dijo...

HERMANO. Vengo llegando de tu ciudad, ma han tratado horrible en el aeropuerto y me he frustrado, no he dispuesto de mucho tiempo, me hubiese gustado convencerte de vernos y saludaros.
Un abrazo, tambien he vuelto a las letras.
Bueno tu escrito, me has hecho pensar...doce minutos.

 
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