a diario me cruzo por la calle con gente que se pasa la vida anhelando, con tristes miradas que lo darían todo si supieran que algún día van a conseguir la paz en el alma.
ya, ya lo sé. todos anhelamos, todos hemos deseado alguna vez algo que no tenemos. sí, incluso el que os escribe ha añorado alguna vez algo que ha perdido o que ni siquiera ha encontrado nunca. sin embargo lo nuestro es puntual, un pequeño halo oscuro, a lo sumo tres o cuatro historias deshilachadas... pero quiero pensar que para la mayoría de nosotros, la vida está hecha de más luces que sombras.
sus vidas no son así. cabizbajos se levantan cada mañana muy temprano y cabizbajos conducen hasta su lugar de trabajo. pasan las horas y siguen melancólicos, como ausentes, cuando llegan a casa, cuando cenan viendo las terribles noticias en el telediario y cuando vuelven a una cama de la que, piensan, no tendrían que haber salido.
no han perdido las ganas de seguir, la cuestión es que viven porque es lo que les toca pero no porque tengan un motivo que les haga respirar y sentirse parte del mundo. algunos anhelan la compañía de la persona a la que nunca se atrevieron a hablar, otros los días en los que lo más difícil era aprender a atarse los zapatos, otros añoran el olor del café recién hecho y viajar para ver más allá de su estrecha caja de cartón en un portal abandonado, hay quien se desvive por que la persona que cada día despierta a su lado abrace más a sus hijos y olvide los problemas del trabajo... hay quien echa de menos una familia con la que compartir momentos inolvidables y hay, en fin, quien sólo busca la felicidad en un mundo lleno de injusticias.
me resisto a pensar que han perdido la fe en la vida, o en ellos mismos... en el fondo saben que algún día les tocará a ellos. porque dicen que siempre hay un roto para un descosido, porque el mundo no se acaba en estas cuatro paredes, porque tú y yo decidimos... porque el futuro nos sonríe.
Cerca del cielo
Hace 3 meses