17.11.10

julius spark

julius spark. ese era el nombre por el que todos le conocían. un seudónimo atípico que estaba impreso en los siete libros que había publicado hasta entonces. millones de ojos habían leído su colección de historias alrededor de medio mundo. había asistido a acalorados debates sobre su obra, había salido en la televisión, en los periódicos. había ganado algún que otro premio literario. el planeta no faltaba en la estantería (quiero decir... en su cuenta corriente).

julius spark, el escritor más canalla del mundo. un tipo duro. el más soez de las letras hispanas. algunos habían hecho cuentas y corría el rumor de que escribía un exabrupto cada cuarenta y tres líneas y un tercio. una cantidad nada despreciable que sostenía al lector en vilo, agarrado por el cuello desde el minuto cero hasta apenas unas pocas páginas antes del final. la verdad es que era un escritor raro. el cenit de sus novelas acababa quizá, veinte minutos antes de que el lector terminara el libro. y al final, siempre escribía de más unas pocas páginas que no aportaban nada nuevo. que no decían nada más. pero que casi siempre eran el centro de los debates. qué capacidad para no dejar a nadie contento.

y qué más daba. ahora él mismo se encontraba en una de aquellas páginas del final. su vida se había convertido en un pasar de los días irresoluto, sin nada más que añadir, sin una gota más de tinta que verter en el teclado de su ordenador. se había quedado seco sentado en su mesa de siempre del café imperial, junto a la ventana. mirando las gotas de agua rodar cristal abajo mientras una muchacha se mojaba los pies de charco en charco. ya no había whisky en su copa. el hielo empezaba a derretirse, aunque estuviéramos en invierno y afuera el frío empezara a hacer mella en el ánimo de madrid.

julius spark había sido vencido. se había reblandecido. o eso decía su editor después de leer el último borrador. volver a la ironía no era tan fácil entonces. los improperios ya no tenían sentido en su mente. no hilaba ninguna historia. no encontraba personajes que fueran otros, distintos a los ya inventados. no había diálogos que recrear. ya ni siquiera había bares. apenas quedaban botellas esperando vaciar.

- ¿te traigo otra copa?
- eh... sí, sí, cl...claro... gracias.

porque al final, como casi siempre, sólo estaba ella.

20.6.10

dos cosas

la primera... hablaros de la pena que me embargó hace un par de días cuando supe que el gran josé saramago había muerto. tantos textos. tantos libros. tantas ideas... qué puedo decir de él. descanse en paz.

la segunda. acabo de descubrir este video en elpaís. sentirse identificado es poco. hay tantas y tantas historias como éstas... tanto sufrimiento maltratado... sólo me gustaría que le echárais un vistazo. porque no podemos dejar de recordar.

13.6.10

de trenes

ella lo miraba por encima de su libro. lo observaba a hurtadillas. cuando él se interesaba por algo, al otro lado del cristal. lo miraba sonriendo para sí misma. auscultándolo con sus ojos enormes. reparaba en cada milímetro de su cara. en las arruguitas de su frente. en la barba recién recortada y en sus hoyuelos de mentira (como ella decía). casi siempre se embobaba mirándole las manos. estudiaba sus movimientos, se los aprendía de memoria. siempre los mismos. siempre igual. siempre con aquellas gafas de alambre que le sentaban tan bien.

lo amaba, ni más ni menos, cual canción de ismael serrano. cada mañana esperaba el momento de caminar hacia el andén. tenía la esperanza de encontrarle en el asiento de delante. ella lo buscaba. él siempre llegaba antes. a veces se probaba un vestido nuevo sólo para que él la viera más guapa. a veces pintaba sus labios, rojos como las cerezas. se envolvía en perfumes con sabor a fresa. caminaba con garbo, moviendo las caderas, como si quisiera hipnotizarle. y nunca, nunca, nunca, sabía si él la miraba. siempre parecía abstraído, como en otro mundo.

un día decidió hablarle. decidió que había llegado la hora de contarle sus sueños, de mirar al futuro e imaginarse en una playa desierta, con él a su lado. decidió que había que ser valiente. que aquellos ojos tristes tenían que mirarla aunque fuera por una vez. así que aquella mañana se puso su vestido favorito. se maquilló, pero tan sutilmente que casi no se apreciaba. y se perfumó tanto que la gente se volvía para mirarla. esperaba, intranquila a que llegara el tren. se miraba los zapatos. se estiraba el vestido. se atusaba el pelo. y aunque nadie la oyera, susurraba palabras mientras ensayaba su discurso. ahí llegaba la locomotora.

y ahí estaba él. como siempre, justo delante de ella, que tose intentando llamar su atención. sin conseguirlo. perdona, le dice. y él que no le hace caso. ella le mira intensamente. y él por fin parece reaccionar: ¿es a mí? ella sonríe. ¿sabes? llevo mucho tiempo fijándome en ti. él sonríe, tímido: ¿cómo te llamas?

y así empezó su historia. una historia con final. lo conté aquí ya. quizá continúe dentro de mucho tiempo.

17.5.10

cumpliendo historias

como cada vez que empiezas un libro. como el olor a nuevo que la tinta deja sobre el papel. como la sensación de encontrarse ante una gran historia aún por descubrir. como todas aquellas viejas batallas que te contaba tu abuelo. como el extraño vértigo de esos años que recién empiezan y te das cuenta de que otro ya se ha ido. como la histeria azul que te hace escribir millones de palabras en el viento cuando ya no sabes qué más hay que decir.

esa es la sensación que tengo hoy, 200 historias más tarde. y veo que todo lo que ha pasado aquí ha moldeado, en parte, mi forma de mirar las letras. y es que mi mismamente... es una ventana al mundo que me ha enseñado mucho y que cada día, me deja conocer a gente nueva a través de sus textos, de sus músicas, de su tiempo...

con ésta ya van 200, pero estoy seguro de que quedan muchas más.

besos y abrazos a todos.

10.5.10

tarde

tarde... siempre tarde. tarde como aquella vez que no llegó al tren. como el miércoles que perdió un avión. como aquel verano que no pudo volver porque ni siquiera compró el billete. tarde. tan tarde que ella ni siquiera lo esperaba. hacía tanto que se había olvidado de sus cabellos rizados y de su piel sonrojada por sus recurrentes calenturas. no había otra forma de verlo. era tarde. demasiado tarde. tan tarde como las tres de la madrugada de un largo día de verano.

entonces sonó el teléfono. y ella tuvo miedo a cogerlo. no quería malas noticias. tampoco buenas. no quería hablar con nadie. era tarde. tarde para quedarse dormida y para escuchar cualquier voz a través del hilo telefónico. miró de reojo el libro que tenía encima de la mesilla y le recordó aquellos iris verdes en los que ya nunca pensaba. caminó hacia atrás por la vereda que trazó su memoria y redescubrió lugares perdidos, historias que tan lejanas, no parecían suyas. el teléfono dejó de sonar y nadie acudió a descolgarlo.

respiró tranquila. y pensó que mejor sería intentar soñar con algo agradable. así que se fue a su cama enorme y vacía y cerró los ojos. y entonces, en ese justo momento... despertó. habían pasado un par de horas. había soñado con raras imágenes de bares conocidos y gente poco decente. pero había despertado por algo. había oído un ruido. un toc-toc en la puerta. un sálvame de este mar de dudas. un grito que se ahogaba en medio de todo aquel ruido nocturno e invisible. una historia inacabada.

descalza, en ropa interior, con el pelo alborotado y los párpados hinchados fue a abrir la puerta. y lo vio. con su vieja maleta de ante. con aquella expresión que -acababa de darse cuenta- tanto echaba de menos. y empezó a temblar. y no pudo evitar que sus manos acariciaran sus mejillas calientes. y que sus labios rozaran los de él. igual que no pudo evitar acompañarlo debajo de las sábanas. ni dejarse sorprender con un desayuno de los de antes a la mañana siguiente.

2.5.10

un banco del parque

asaltar las dudas de la debacle y maldecir aquellas tardes de parques y bancos. anunciarse como un ángel redentor cuando no era más que un veinteañero sin nada más que decir ni que hacer. perder de vista a los últimos combatientes, las últimas panteras negras, las últimas estrellas. y marcharse lejos. tan lejos como te hubieras ido de haber hecho caso a aquel sueño perdido.

allí estaba ella, esperando como siempre. sentada mordiéndose los labios, mientras él todavía no había venido para darle un beso ni para decirle "amor mío". y siempre era entonces cuando más dudaba. era entonces cuando pensaba en lo que estaba haciendo, en todo lo que había dejado atrás por aquel triste muchacho de ojos distantes y aire solitario. hacía meses que no veía a su marido con los mismos ojos. y hacía mucho más tiempo aún que no sentía nada por él. por eso siempre era entonces, después de recordar el vacío anterior, cuando se daba cuenta de lo mucho que creía tener ahora.

pasaron miles de horas paseando por los caminos del retiro. siempre se veían allí. él decía que era porque el verde de los árboles la hacían más bella. pero en realidad, era porque se sentía más protegido en medio de aquel oasis natural... lejos de tanta maleza urbana. unas cuantas veces ella consiguió arrastrarlo al cine o a algún café. pero siempre volvían a aquel universo verde que él sentía suyo. ella lo miraba sonriente y pensaba que algún día tendrían que viajar fuera de allí para compartir un lugar más íntimo. una habitación de hotel. unas sábanas revueltas.

mientras esperaba en el mismo banco de casi siempre, ella recordaba la última tarde juntos. sus manos temblorosas y las de él tan firmes que daban miedo. cuatro ojos encontrándose en la inmensidad de aquel océano de hojas. y luego rehuyendo la responsabilidad de decirse la verdad, de aclarar lo que allí estaba pasando. frases a medias que se perdían en un laberinto de flores secas y luces aceitosas. una despedida triste, silenciosa. y él que enfilaba una boca de metro que se lo tragaba sin más.

habían pasado varias semanas y no había vuelto a saber nada de él. ninguna carta, ninguna llamada... pero ella siempre lo esperaba en el mismo lugar, casi siempre a la misma hora. por si volvía. por si algún día la echaba de menos.

28.4.10

el viaje

aquella caja había pasado mucho tiempo cerrada. demasiado tiempo recorriendo el mundo. había atravesado veintiocho ríos distintos, tres grandes cordilleras y dos grandes trozos de selva tropical antes de partir en barco y dormitar durante los cinco meses de travesía en las maltrechas bodegas del navío, entre cajas de vino y sacos de patatas.

millones de ondulaciones extravagantes. semanas de gritos y borracheras. salitre derramado entre las grietas de la madera. algún que otro preso deslenguado y casi todas las putas que, de puerto en puerto, se trajinaban los marineros necesitados de carnes sudorosas. infinitas tardes de hastío y calor agrietando la fina capa de barniz. y alguien que se encargaba de echarle un ojo de vez en cuando y vigilar que ningún pequeño truhán la birlara en los pequeños estadios lejos de altamar.

en algún momento, dieciocho meses después de que aquella caja dejara su lugar de origen, alguien, un hombre que más que un hombre era una armario empotrado, de astuta mirada y pelo negro y rizado, la recogió para iniciar un nuevo camino por montes y bosques apenas transitados. después de algunos días, el tipo empezó a cansarse de andar a solas y sin ayuda, así que en su siguiente parada, buscó a unos cuantos muchachos que pudieran echarle una mano. muchos más riachuelos, otros tantos acantilados y casi siete semanas mendigando un mendrugo de pan, algún que otro vaso de agua para ahogar las llagas de los pies y una sed sin fin, cuando las provisiones se agotaron.

y al fin, mucho tiempo después del comienzo, aquel enorme hombre llegó a una pequeña aldea. caminó levantando nubes de polvo con forma de pájaros, tan decidido que el mundo entero parecía en suspenso. llegó a la puerta de una pequeña casa y no llamó. entró sin más. recorrió un largo pasillo sin ventanas, sin luz, como el resto de la casa. y llegó a una pequeña habitación. allí en una esquina, había un jergón de paja sobre una plancha de madera. y encima, extendido a todo lo largo, un viejo hombre moribundo.

- aquí tiene su caja, onorio.
- muchas gracias, hijo. ojalá pueda pagártelo algún día...

el viejo se incorporó y con cuidado cogió una vara de cobre que pudiera servirle de palanca. un par de intentos más tarde la tapa cedió. y dentro... dentro no había nada. el mastodonte lo miraba perplejo. había andado millones de pasos para eso. para nada. aquello era vacío. sólo aire... y ojiplático dijo al hombrecillo:

- pero... ¿es posible que esté vacía? ¿no se habrá perdido en el camino?

el viejo suspiró...

- no, onorio. esta caja trae lo que yo más necesito... tiempo... más tiempo.

y de repente, así como si sólo hubiera pestañeado, aquel viejo se hizo joven. tan joven como en aquellos tiempo de selva al otro lado del mundo.

25.4.10

un beso de esos

hay veces que un beso es capaz de cambiar tu forma de mirar el mundo. y entonces te das cuenta de que probablemente podrás hacer cualquiera de las muchas cosas que te quedan por hacer. de que nunca es más difícil sino todo lo contrario. de que cada día hay más belleza en este planeta que llamamos tierra y tendría que ser agua... hay veces que un beso lo cambia todo. y parece que puedes volar. que ya no puedes amar más...

ahora, que estamos acabando un plácido domingo primaveral en españa, quiero dejaros un pequeño dulce hecho canción. la canta un tipo atípico. uno de esos extraños personajes con sombrero. uno que bien podría vivir en el nueva orleans de hace 70 u 80 años...

un tipo extraño. por su música, pero también por este video en el que raisa burillo pone coreografía en lenguaje de signos a una hermosa canción. disfrutad...

22.4.10

hilo conductor

un hilo conductor. un haz de luz que coloreaba cada semana que vivieron juntos. una película soleada de idas y venidas. de encuentros. una señal que los hacía volver a verse. como en algo para recordar o como en esas historias de disney que siempre acaban bien. un guiño del futuro o una estrafalaria concatenación de casualidades. al final siempre volvían a verse en alguno de aquellos bares de malasaña.

las barras pegajosas de aquellos antros sostuvieron miles de copas en aquellos años. centenares de conversaciones que no decían nada nuevo, que sólo recordaban tiempos pasados, casi siempre mejores. dos almas libres tan iguales que apenas se miraban, ya sabían qué era lo que estaban pensando. y tan distintas que nunca llegaron a tener una relación constante. quizá en algún momento los encuentros fueran menos casuales, quizá compartieran algunas noches en alguna época. pero al final siempre se desvanecían entre neones y humos celestes.

pero nunca llegaron a nada. nada serio, quiero decir. durmieron juntos la mayoría de aquellos días. se dieron calor en las frías noches de madrid, mientras afuera la nieve siempre caía. se acompañaron cuando notaban el zarpazo de la soledad, el disparo eterno que los ahogaba cada martes y trece. siempre estuvieron en el mismo lugar cuando alguno lo necesitó. siempre pensaron que eran más que amigos, que ni siquiera eran amigos, que eran otra cosa. que jamás serían otra otra cosa.

hasta que el hilo se rompió. y se dieron cuenta de que aquello necesitaba una solución. pensaron que ya no tenía sentido andar buscándose en atmósferas oscuras, que no había razón para seguir escondiéndose el uno del otro, que aquello era así, que no había marcha atrás. que era mucho mejor compartir el mismo lado de la cama. que en días de lluvia lo mejor era refugiarse en alguien. así que no hubo más encuentros cifrados. no hubo más hilos conductores ni más pasadizos secretos. no hubo estragos, no hubo sacrificios. sólo aquello que, sin saberlo, siempre habían estado buscando.

17.4.10

polen

miraba por la ventana mientras pequeñas partículas de polen caían lentamente. los diminutos lunares amarillos se demoraban viajando de un punto a otro de aquel trozo de realidad enmarcada. empezó a oír el rumor del mar tranquilo. las olas que iban y venían. una suave brisa cortante, de esas que hielan la piel por su roce. miraba las deshilachadas hojas de palmera que caían ante sus ojos tan cansadas como si hubieran pasado una larga vida de sol y playa.

empezó a oír alguna especie de son caribeño, una música que no distinguía demasiado bien... quizá viniera desde demasiado lejos. no se alteró. sentado en aquella butaca el mundo se veía de otra manera, se esperaba más pacientemente, se jugaba más lento. así que allí estaba él. disfrutando de lo bueno de aquel día y de su suerte insoportable.

más tarde, en algún momento, entre motas de polen se coló el olor a mandarina más intenso de toda su vida. lo recordaba perfectamente. era una tarde de verano muchos años antes. un día en el que la luz entraba oblicua en la cocina de mamá y en la encimera había una bolsa de esparto llena de las esferas más naranjas de toda la historia. de toda su historia. un gajo, otro, amargo, dulce, tan suave... tan...

de repente una tibia ráfaga de viento agitó las palmeras, las meció por un instante, de izquierda a derecha, pero pareció un movimiento eterno. como si de repente el mundo quisiera decir algo... como si en algún instante cercano a aquel mismo momento algo extraordinario fuera a pasar.

y entonces algo empezó a martillearle el cerebro. y todo se tornó azulado. y él comenzó a ser consciente del lugar en el que estaba. y de cómo de abierta tenía la boca. y recordó una figura enorme vestida de blanco inoculando algún extraño líquido en su paladar. entendió que no había palmeras, que sólo eran sueños... que nada era real excepto esa intensa punzada de dolor en la tercera muela del juicio.

14.4.10

no puedo vivir sin ti

el skyline de madrid. la voz peculiar de este tipo extraño. la banda sonora de una campaña genial de ikea. el gran toni segarra. y ese ven a vivir conmigo. que te hago un hueco. que seguro que encontramos la forma de encajar nuestras vidas.





mañana os cuento una historia.

8.4.10

nuevos sonidos

mucho que contar... algunas letras maravillosas. algún pentagrama repleto de notas geniales. historias que saben a viejas, pero que son nuevas. que tienen un aire familiar pero que nunca antes han sido contadas. palabras. expresiones que suenan a conciertos. un timbre peculiar, una manera de hablar que ya emociona. una voz que es un susurro... una dulce retahíla de sonidos que llegan al alma. verdades que conmueven, que te hacen recordar. que te ayudan a pensar en esta y en otras realidades.

el martes un viejo amigo nos enseñó su último trabajo. hoy tendría que haber estado con él, en la presentación de "acuérdate de vivir" pero una visita al dentista me ha dejado en la cuneta. en fin, ya falta menos para poder disfrutar de viejas y nuevas canciones. de otros cuentos. otras inquietudes... en mayo viajaremos para oírle.

os dejo un adelanto del album... hay historias que se cuentan solas.

5.4.10

inspiración

lunes. casi las 10 de la mañana en españa... la de hoy será una dura jornada después de un largo fin de semana. y en fin, cualquier día es un buen día para recordar que estamos vivos y para alegrarnos por ello.


encontré la imagen aquí...

31.3.10

insomnio

últimamente pienso demasiado poco en aires acondicionados que no hacen ruido... mi mente vuela... se desvía del objeto de estudio, del centro de mis obligaciones. y cambia. se aleja. camina detrás de ventiladores ruidosos en dormitorios oscuros con manchas de humedad en las paredes. y un olor acre... el mismo de siempre. como a viejo, como a cerrado. como a lugar de almas insólitas, solitarias... desvestidas.

y pienso en un triste hombre asado de calor, tendido en un colchón primitivo ennegrecido por el uso. pienso en su camiseta blanca, casi amarilla, de tirantes deshilachados. y me adentro en su cabeza, y veo sus pensamientos. veo sus problemas, sus historias, su pobre trabajo, sus pequeñas dichas, sus grandes desdichas... su falta de sueño. lleva semanas sin pegar ojo. ni siquiera lo intenta. jamás habría perecido a su punzante aguijón. porque tiene miedo.

en algún lugar, al otro lado de la pared, suena una música poco definible que hace su espera más larga. mucho más insoportable. alguien pega un grito... y ella se refugia en su mente. él tiene miedo. no quiere dormir... y menos ahora. ahora ella está allí. contoneándose. deslizándose entre sus sábanas de humo. susurrándole palabras casi inaudibles... palabras que no eran de amor, ni tampoco lujuriosas... más bien, eran palabras de estar, de tener... de no querer marchar.

él siempre espera aquella sensación. ella siempre aparece en el momento más oportuno. cuando aquella losa no puede ser más insoportable. ella llega y él la acoge, cálido, sonriente. ella se mueve en su mente, le invita a una copa, le cuenta historias de mujer consentida... le roba el corazón con ese movimiento de caderas, con ese balancearse en el taburete de la barra del bar... y al final, siempre se duerme a su lado, en su misma cama cochambrosa, ajustada a su pecho, casi como si nunca hubiera estado lejos de allí.

y de repente, el ruidoso ventilador deja de sonar. él se despierta. y ella ya no está. otra vez se ha ido sin despedirse. y él piensa de nuevo que no quiere dormir, que odia cerrar los ojos. que tiene miedo. miedo a no verla. miedo a estar sin ella. a vivir... a no soñar.

30.3.10

zahara

¿sabéis? me gusta la forma en que suceden las cosas. me gusta la dulce delicadeza de algunas palabras que se encadenan en forma de canción. y el modo en que alguien es capaz de cumplir su sueño... zahara tiene una de las voces más hermosas que he oído. y si buscáis un poco en internet sabréis que ahora puede vivir de su guitarra. pero antes... bueno, antes pasaron otras muchas cosas. como esta que os enseño.

mañana será un buen día para escribir una historia :)

25.3.10

rutinas

era un tipo de lo más normal. de esos que no destacan nunca, que siempre siguen a la masa y nunca se desvían. una persona más bien gris. alguien con poco que contar, con una vida demasiado monótona. alguien que va en un tren a la misma hora punta que miles de personas y en quien jamás habrías reparado. en fin, no sé, alguien bastante corriente.

cada mañana sonaba el despertador en su lado de la cama y saltaba como un resorte camino de la ducha. 20 minutos después, casi siempre en el mismo instante, casi siempre en el mismo segundo, empezaba a prepararse el desayuno. y al cabo de media hora ya andaba camino de la estación. su jornada laboral siempre era la misma. trabaja poniendo multas de aparcamiento en el sector 4b del distrito centro. así que todo lo que tenía que hacer era pasearse por la ciudad a la busca y captura del coche desobediente. siempre las mismas calles paralelas, perpendiculares, rectas como autopistas infinitas. siempre el mismo recorrido. y casi siempre la misma recaudación. hacia las tres dejaba el trabajo y andaba algunos metros hasta el bar de cada vez. el mismo camarero desde hacía 17 años. la misma barra pegajosa y cada semana, siempre la misma comida. la esposa del camarero era de ideas fijas. su plato favorito lo ponían los miércoles... los miércoles, curiosamente, un día algo intranscendente, casi tanto como él. a las cinco nuestro protagonista se alejaba del centro. volvía al tren como otros muchos individuos y esperaba pacientemente durante los 42 minutos que le separaban de su casa. nunca leyó un libro, nunca oyó música en el trayecto. sólo esperaba, apretado entre docenas de cuerpos calientes. a las seis llegaba a casa y dejaba el uniforme. después de tanto tiempo había llegado a adorar aquella rutina, aquella manera de hacer las cosas... porque al final no era más que el inicio de su otro día.

ella lo había estado esperando toda la tarde. como todas las tardes. así que allí estaba, radiante. sonriente. el colorete en los pómulos resaltaba su belleza. y él, que no podía evitarlo rebosaba alegría mientras siempre le decía "en todo el tiempo que llevamos casados... nunca te había visto tan guapa". juntos tomaban un café mientras se contaban sus peripecias diarias. ninguna novedad, como siempre. la charla duraba poco. luego salían a la calle y tomaban un taxi que los llevaba al centro. él pensaba "otra vez aquí", pero nunca era igual. mirar la ciudad con ella al lado siempre era distinto. caminar por las calles por el simple placer de pasear era diferente. y así se pasaba la tarde, casi la noche. a veces iban al cine, paraban en alguna librería, quedaban con amigos... aquella era su otra rutina. pero también la parte impredecible de sus vidas. la parte sorprendente... la que siempre estaban esperando.

24.3.10

indeciso

a veces creo que hay demasiada gente. que no hay lugar para la intimidad. que siempre hay alguien mirando tras un lejano velo translúcido. que nunca conseguimos alejarnos del ruido. que realmente nunca estamos solos...

y a veces pienso todo lo contrario. creo que no hay personas suficientes a las que conocer. que hay demasiadas historias que nunca leemos, que nunca vemos, que nunca sabremos que están ahí. y pienso que las perdemos o que quizá no las perdemos, porque nunca las tuvimos.

a veces creo que necesito un tiempo para mí. tiempo que no tengo, que se agota sin mí... sin que pueda hacer mucho... más bien nada. y a veces pienso que nunca hay demasiadas influencias, que se trata de ir y de venir, de ver, de estar, de saber... que nunca seremos nosotros sin los demás, que necesitamos estar en contacto... conectarnos.

a veces creo que merece la pena vivir en este tiempo de conocimientos, de información... de comunicación. y a veces creo que todo esto es demasiado, que hemos perdido algo por el camino.

22.3.10

the fun theory

hay veces que la publicidad se pregunta cosas interesantes... hay veces que nos hace la vida más feliz. y también hay otras que no. pero hoy quiero que veáis algo que me enseñó alguien hace un tiempo. porque por lo visto, a las marcas también les gusta hacer las cosas bien. y porque la vida, siempre puede sonar un poco mejor.

quizá ya lo hayáis visto, pero por si acaso, os lo dejo aquí.

19.3.10

ocurre

a veces ocurre.
oscuridad omnipresente. cegadora ausencia de todo. aplastante nada. apenas una débil sensación de estar, de ser. y a cada instante, tu voz interior, la que habla en tu cabeza cuando callas, se hace menos y menos audible.
tranquilidad. sosiego, paz...
tu respiración serena, relajada. en intervalos no muy largos, no muy cortos. silencio. y la facilidad con la que dejas la mente en blanco. lejos de todo lo que tienes que hacer. seguridad. placer...
de repente, una pequeñísima descarga de éxtasis te eriza la piel. y te sientes volar. sonríes. y piensas que eres, que estás.
después... nada.
nada.
tu respiración.
algún sonido del otro lado. demasiado lejano. demasiado poco importante.
un minuto más, te dices muy bajito.
y no ocurre nada. sonríes.
entonces llega la hora.
te preparas.
y sales del agua.
casi vuelves a nacer... casi eres más joven. casi eres más tú. tu esencia. el tú sin las cosas, sin ellos... sólo tú.
a veces ocurre.

18.3.10

mar el poder del mar

en días como hoy, en los que el sol empieza a lucir después de meses de ausencia. cuando todo el mundo parece salir a la calle mucho más animado y con bastante menos ropa. en días como éste, en los que la primavera parece mucho más real... a mí me gusta oír esta canción. quizá tenga ya algunos años, quizá haya sido utilizada en algunos anuncios en españa... pero lo cierto es que siempre pienso en una explosión de luz, de color, de olor a hierba fresca, a agua salada...

disfrutad. vuelvo pronto.

15.3.10

papel

resulta curiosa la necesidad que los hombres tenemos de tocar... de mirar dentro, de saborear, de transformar, de preguntar, de revolver, de hacer... y resulta curioso que hoy que el mundo digital acapara portadas. hoy que apple está a punto de sacar su ipad y que pronto todos querrán leer la conjura de los necios o el gran gatsby dentro de un aparato de poco peso y gran capacidad... hoy, resulta aún más curioso que las personas (románticas, por naturaleza) sigan experimentando con el papel.

os dejo este hermoso video hecho con sueños de papel...

14.3.10

bienvenido

poco tiempo después de haber fracasado como escritor de éxito volvió a casa. al lugar que muchos años antes había decidido dejar atrás. fue toda una catarsis, un reencuentro siniestro, algo extraño... pero al fin, ensordecedor para su alma que tanto tiempo había quedado paralizada.

una pequeña metamorfosis. la necesidad de crear. de experimentar... de buscar nuevos caminos es lo que me ha llevado lejos de aquí por un tiempo indeterminado. unas pocas veces quise venir de nuevo. sentarme a escribir. observar otros lugares. plantarme ante el teclado y dejar fluir mis letras... pero no lo conseguí. un par de historias y otras ocupaciones llamaban mi atención. hace tiempo que esto no camina seguro. febrero pasó de largo sin siquiera un único escrito...

las horas son algo escaso hoy. mi vida se ha olvidado de prestarme algo de tiempo libre. pero he tomado una decisión. y no, no es cerrar este rincón de palabras entrelazadas. es, sin embargo, darle un nuevo aire. dejar entrar otras cosas. otro tipo de historias. dar luz a otros planes que rondan mi cabeza y que quizá me hagan actualizar este lugar más a menudo.

bienvenido a mi nuevo mundo... nos vemos pronto.

21.1.10

llegar tarde

y como nada está escrito. como este lienzo blanco aún desea ser garabateado... allí estaba ella, plantada delante de la salida del metro. a unos veinte metros del bar de siempre. dudando. pensando si sería bueno o no, si estaría bien o no, si sería apropiado o no, si alguien en su mismo lugar debería hacerlo o no, si su locura sería transitoria o no, si aquel camarero le traería un café largo, de esos que nunca se acaban, o no, si aquella conversación habría de ser tenida o si lo mejor sería que ella volviera a su vagón y él a su dulce habitación de piso vacío.

dudando, mientras el señor de los periódicos cerraba su quiosco. mientras los oficinistas salían en tromba de todas partes y caminaban hacia ella buscando un túnel negro que los llevara a casa. titubeando mientras las señoras salían a sus balcones a tomar el fresco de una noche húmeda y caliente. dándole vueltas a la cabeza, odiando aquel triste verano de noches compartidas en una cama alquilada mientras alguien al otro lado de la calle la miraba intentaba adivinar sus pensamientos. y ella que no pensaba en otra cosa. que adoraba cada segundo de aquel verano. que adoraba cada recoveco de aquel tipo que aún la esperaba.

el tiempo pasaba. ya llegaba tarde, estaba claro. más de media hora llevaba allí plantada. mirando la puerta del bar. un bar más invernal que otra cosa. y el tiempo pasaba. y bueno, tenía que tomar una decisión. tampoco quería que él saliera y la viera allí, de pie, sin valor para entrar. y tampoco para irse.

de todos modos, la situación era complicada. tampoco sabía qué decirle. "bueno, qué le vamos a hacer... fue bonito mientras duró... siempre nos quedará madrid". o por el contrario "no quiero que te vayas, quédate, no te marches, qué te hace regresar a ese país del que jamás volverás". qué iba a decirle. qué iba a decirle... y mientras, se acercaba sin querer a la puerta. y veía cómo sus manos giraban un pomo viejo y descascarillado. y se sorprendía mirando alrededor y viendo una espalda familiar y un pelo tantas veces acariciado. y al fin, cuando menos lo esperaba, justo cuando se encontraba detrás de él, y sin ningún tipo de consciencia... se oyó diciendo:

- siento llegar tarde. llevo cuarenta y cinco minutos en la puerta. sin saber qué hacer ni qué decir. temiendo este momento. temiendo verte... temiendo tenerte cerca, como tantas otras veces. como todas esas noches que pasamos juntos. no, no, déjame hablar. déjame decirte que me voy contigo, que aquí no hay nada que me retenga. que no voy a saber olvidarme de ti. que cuando llegue a casa hago las maletas y me voy contigo. que me voy contigo. que sí, que no digas nada. que no lo he pensado pero tampoco hace falta. que sé que voy a estar bien... que sé que me vas a querer. que lo sé. y ya está... que me voy contigo...

y no os sorprenderá que os diga que un par de horas después él la ayudaba a meter toda una vida en una maleta.

19.1.10

está bien

está bien. reconozcámoslo. digamos que es así. que la vida está basada en una serie de reglas. que barney stinson es una especie de héroe contemporáneo capaz de organizar la infinita gama de posibilidades que el ser humano tiene para reaccionar ante los acontecimientos vitales. muy bien. digamos que en muchos aspectos homer simpson es una representación amarilla y barrigona del hombre de hoy. digamos que su concepción del mundo es mucho más cercana y realista que la de esos políticos que no dejan de mirar a la gente como si fuéramos extraterrestres, como si todo lo que pedimos fuera tan extraño. puede que john locke tenga las respuestas que todos buscamos, que sea él el que nos salve al final, el que destierre el hastío de toda esta vida, el que modere a los exaltados, el fundador de un nuevo movimiento que permita a muchos de nosotros salir del letargo, despertar de un sueño que dura demasiado... de esta hibernación que ya no tiene sentido. hércules, hércules tiene mucho más que decir en toda esta hoy. i'm blind. hércules tiene mucho más que decir.

así que está bien. reconozcamos que 2010 traerá nuevos descubrimientos. nuevas historias. nuevas formas de afrontar los problemas. reconozcamos que quizá no todo sea como pensamos un día. pero reconozcamos que aún podemos cambiarlo. reconozcamos nuestra fuerza. reconozcamos nuestra capacidad para encender las luces que ayer quedaron apagadas. reconoce que todavía podemos cambiar la historia. que esta década será distinta, porque nosotros la haremos distinta.

que nada está escrito. feliz cuaderno en blanco.
 
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