27.11.09

sucede

sucede que a veces la vida mata y el amor te echa silicona en los cerrojos de tu alma... pero sucede también, que sin saber cómo ni cuándo, algo te eriza la piel...

ismael habla tan bien de esas sensaciones... de ese rayo de luz que ilumina nuestras vidas en momentos determinados. uno de aquellos instantes de felicidad completa entre tanto abatimiento, entre días de tedio y ruinas... días felices en medio de semanas opacas, grises como aquellos viejos policías. días tristes de barras de bar y chicas esperando fuera. de braguetas abiertas y pálidos rostros. días mustios... de sueños rotos.

y a las 17.37 (por ejemplo) de cada uno de esos días, siempre a la misma hora, casi en el mismo minuto, casi en el mismo lugar... ves a alguien. ves a un alguien que te despierta del letargo. que te rescata del naufragio. algo así ocurría cada día, a la salida del trabajo. no del mío, claro. yo siempre salgo más tarde.

el caso es que él la miraba embobado mientras ella pasaba. quizá no fueran más de 20 segundos, a veces algo más. pero él siempre perdía un par de trenes para poder estar allí mientras ella también estaba. y ya sabes como son esos momentos. ya sabes el vuelco en el corazón. el temblor en las manos. las mariposas en el estómago. la luz. el color. la ilusión... demasiado pasajera.

y el temor, gris como todo lo demás. el miedo al no nunca pronunciado. a acercarse. al sueño roto. al tiempo por venir. a la vida.

y ella que un día no vino. y él que empezó a llegar casa un poco antes.

10.11.09

calor

el asfalto desprendía líneas de humo blanco casi transparente, aquel día de agosto en madrid. ella vivía en la sexta planta de un edificio de diez. en la puerta c de las a, b, la susodicha c, d, e y f de cada rellano. y ahora yacía en la cama de la habitación roja. su boca estaba húmeda y más caliente de lo que había estado jamás. a su lado una gran masa fría como un témpano. un hombre de pelo espeso, torso bronceado por el sol veraniego y desnudo como si acabara de ser traído al mundo.

el sopor de aquella mañana, el fuego intenso de su boca, las gotas de sudor en la almohada... el fuego intenso de su boca. aquel calor sofocante la tenía algo mosqueada. la cabeza le daba vueltas. la botella de whisky al otro lado de la habitación. la vista nublada. y un agujero negro en la garganta que no sabía por qué estaba allí.

él se despertó media más tarde, casi sin querer. un leve roce, el aleteo de un mosquito ávido de sangre. quizá algún pitido de un coche alelado en mitad de madrid inhóspito. puede que un susurro... uno de esos ¿estás despierto? que siempre fastidian un buen sueño. o puede que sintiera el calor rojo intenso a su lado.

el sol de mediodía que se colaba por la ventana y la resaca de la noche anterior hacían mala pareja. un vaso medio lleno aún reposaba en la mesilla. ella le miraba a los ojos mientras él no dejaba de observar aquel pozo rojo, un agujero eterno que le llamaba, que le apetecía, que lo atraía hacia sí... ella lo veía borroso, entre tinieblas, como si aún estuviera soñando. él, sabía tan bien lo que venía después. ella, aun turbada, ya se lo temía.

él no pudo evitarlo. el fuego lo absorbió. ella no pudo evitarlo. por eso se dejó llevar.

22.10.09

nuevos aires y aclaración

he aquí un nuevo mundo... o más bien una nueva esquina, una nueva vuelta de tuerca. he aquí tonibuscaagencia. mi nuevo blog. un espacio de imágenes y no tanto de palabras. el lugar donde podré enseñaros la otra parte de mí mismo. una parte que estoy descubriendo ahora. la parte de los colores, de las formas, de los puntos y las líneas. la parte de las siluetas. del azul o del negro. pero esta vez no es un cuaderno, es un lienzo. un lienzo infinito donde poder expresarme. espero veros por allí. y espero que seas benévolo conmigo, que no soy más que un principiante.

además, ese nuevo espacio será la continuación de mi anterior entrada. ¿sabes? hacía tiempo que no había tanta controversia con lo que contaba aquí. pero creo que no fui bien entendido.

toni segarra (bienvenido a la república independiente de tu casa o... ¿te gusta conducir?), uno de los grandes publicitarios españoles habla en su libro desde el otro lado del escaparate, de lo importante que es para una agencia y para sus profesionales una campaña determinada, un anuncio, unos cuantos segundos de televisión o algunas páginas de prensa... de las horas, los sacrificios, las discusiones y las ideas prestadas a esos proyectos. y de lo poco importantes que la mayoría de las veces son para el resto de los mortales. aquellos que ven en la publicidad un pegajoso aguafiestas que interrumpe cada película, cada programa...

y es que al final, de lo que se trata, simplemente, es de escribir anuncios. anuncios... y bueno, tampoco es para tanto. sólo son anuncios. palabras.

15.10.09

que no valen nada


estas líneas me rondan la cabeza en los últimos días. ahora que aprendo a expresar mis ideas, también con imágenes parece que todo es un poco distinto. palabras que no valen nada. en publicidad. algo extraño, ¿no? la publicidad al final es poca cosa, un par de anuncios (bueno, algunos más) entre el informativo de las 9 y la película de cada noche. pero la publicidad es publicidad. alguien que quiere vender y para ello ha de hacer saber. alguien que ve la tele, que lee el periódico, que escucha la radio o que navega por internet y que de vez en cuando encuentra mensajes oportunos que conectan con sus necesidades.

eso es la publicidad. aunque también es un potente instrumento que mal utilizado (algunas veces lo hemos visto) puede tener efectos demasiado nocivos...

pero al fin y al cabo, la publicidad es publicidad. palabras. palabras demasiado caras, demasiado capaces... pero palabras. palabras que no valen nada. sólo dinero. sólo euros, libras, dólares, pesos o yuanes. papeles timbrados a lo que alguien ha dado un valor. pero sólo son letras que se unen y suenan bien. sólo son palabras sobre imágenes. escritas o habladas. que a veces dicen bastante poco y a veces, muchas más veces de las que creemos, nos revelan un mundo totalmente nuevo.

pero no sé. bien pensado, siguen siendo palabras. palabras que rellenan minutos, páginas... pero que no son tan importantes. que al final, sólo son anuncios. anuncios... historias diminutas.

palabras, ¿verdad? sólo palabras... palabras que no valen nada.

4.10.09

cada día

la vida tendría que ser más jazz. tendría que ser más despreocupada y volar liviana entre edificios y semáforos. todos tendríamos que ver el mundo desde otra perspectiva, un ángulo más creativo, menos ahogado por las convenciones, por las obligaciones, por los quehaceres... la vida tendría que ser más jazz. más ligera.

en eso pienso cada día. paso la mitad del día fuera de casa. lejos de ella. en cualquier rincón de una ciudad inhóspita y cada vez más oscura. desaprendiendo primero, aprendiendo más tarde... perdiendo la paciencia y el tiempo. ganando horas de vuelo, horas de trabajo, de experiencia... de nada. paso la otra mitad del día con ella, la mitad que se pierde, esa que apenas vives porque ya languideces. otras doce horas de tranquila felicidad. de sensaciones cercanas, ya sentidas.

la vida tendría que ser más jazz... siempre pienso en ello. todo tendría que ser más fluido. menos extraño. mucho menos gris.

26.9.09

chica pop

una chica pop atrapada en papel fotográfico. eso era ella. eso había acabado siendo después de tanto tiempo. después de tantos recuerdos perdidos... después de tantas vueltas, de tantos países, de tantos museos y bibliotecas. después de tantas noches pasadas en bares de jazz y mala vida. después de conciertos, giras, carreteras, furgonetas y mandarinas. después de parques, de bancos, de hoteles, de camas compartidas, de casinos y playas de invierno.

la chica pop. así la habían llamado en todos los periódicos durante cinco largos años. la comparaban con marilyn, con ava, con rita... pero ella se sentía tan triste y sola cada noche... cada atardecer. cada vuelta a casa. hablamos de tantas cosas durante aquellos tiempos. "no quiero ser ella, sólo quiero ser yo". y tenía razón. ya no era ella, sólo un espectro de quien había sido. sólo una sombra rodeada de cámaras y flashes. una estrella de cartón piedra. una estrella maltrecha, hastiada. sólo una imagen. un par de ojos hermosos pero vacíos por dentro. una estructura de piel y huesos que habían dejado de soportar a alguien... o más bien, a un alguien perdido.

la chica pop se había hecho famosa después de aquel otoño triste en que las discográficas se la sortearon. un cazatalentos la descubrió en el bar de siempre, cantando aquellos viejos temas de la fitzgerald... fue extraño que en los tiempos que corren alguien apostara por su pop lento, tan alejado de madonna y las demás.

pero aún más extraño fue que todos quisieran conocerla poco más tarde. y que algo más tarde aún, ya hubiera vendido millones de discos. sería su aspecto vintage, su aire retro, las letras de sus canciones o aquellas gafas de sol que nunca dejaron adentrarnos en ella. no lo sé. pero lo cierto es que sucedió. y durante mucho tiempo ella apenas podía salir de la habitación del hotel sin ser escoltada. el mundo la convirtió en una víctima de sí misma.

la chica pop. aquella imagen de mujer años cincuenta que cantaba canciones acerca de hombres perversos y chicas frágiles, aquella efigie de mujer sensual e inocente se resquebrajaba cada día encerrada entre cuatro paredes. mientras vagaba entre los decorados de sus videoclips. o en los platós de televisión...

y como suele pasar en este tipo de historias, no mucho más tarde, ella desapareció para siempre. la chica pop dejó su último hotel rumbo a ninguna parte, rumbo a su propio reencuentro. quién sabe, quizá a aquel viejo local en el que siempre había disfrutado cantando. o puede que tan lejos de aquí que nunca vuelva a verla.

19.9.09

supongo

supongo que es hora de volver a casa. de volver a escribir en este lugar de pastas azules y hojas amarillas. supongo que es hora de recuperar historias casi deshechas y contarlas aquí.

supongo también que durante los últimos meses mi vida ha sido distinta... estoy viviendo algo que no sé muy bien dónde acabará. algo que tiene que ver con mi futuro y que me llena de incertidumbre. he estado más ocupado y a veces más desganado. he ocupado mis energías en otros menesteres. me he olvidado de esta parte que es más mía... con la que puedo expresarme... con la que puedo hablaros... hablarle al mundo. este cuaderno que es también una ventana. un balcón desde el que observar, desde el que entrar en otras mentes y otras formas de escribir. de ver. de mirar.

en fin. no es esta una de esas pequeñas declaraciones de intenciones que de vez en cuando he hecho. no. es la vuelta a mi mundo. a las historias que llevo dentro. a ese bar tan recurrente, a esos cantantes, a esos músicos de jazz... vuelvo. para leeros. para escribir.


besos y abrazos.

29.7.09

que no

trescientosveintesegundossinrespirar,sinmoverse,sinpestañearsiquiera.trescientosveintesegundospensandoenquépensar,enquédecir,enquécontar...

320 segundos, 5 minutos y 20 segundos... tumbado en aquella cama. asfixiado por lo que ella acababa de decir. bueno... no acababa. ya hacía más de cinco minutos que lo había hecho.

la vida puede cambiar tanto en tan poco tiempo. "qué quieres que te diga", pensó por fin. "a mí no me da la gana. no me da la gana de que lo hagas. no me da la gana de que lo hagamos. y no. no voy a hacerlo. no me lo vuelvas a pedir. no quiero hacerlo. no voy a hacerlo. me da igual si te enfadas. si me dejas. si te pierdes. no voy a hacerlo. no me vas a convencer. esta vez no. esta vez no. olvídalo. olvida que esta noche hemos dormido juntos. y olvida los dos últimos meses. olvida que la historia empezó. olvida que te dije lo que sentía, una tarde de otoño cuando las hojas amarillentes aún se sostenían en los árboles. olvídalo. porque esta vez no. esta vez no me vas a convencer. no. y no es que no. no es no. un no, es un no."

- ¿qué me dices?

silencio. no dice nada. nada de lo que pensaba podía salir de sus labios. nada podía inflar su garganta, ni siquiera una pizca de aire podía atravesarle las cuerdas vocales para expresarse. silencio rotundo. negro. silencio absoluto. no, un pajarillo cantaba al otro lado de la calle. por lo demás, silencio. alguien esperaba su respuesta. pero no podía hablar. no podía hablar. pero sí podía pensar. podía seguir pensando. la ruleta de su mente no dejaba de girar, no dejaba de llevar ideas a su cabeza. ninguna posibilidad de sí. todas eran no. todo era no. todo era no. no había más. tenía que decirlo. "venga, díselo, dile que no. dile que no. que no. que no..."

- que sí.
- ¿sí? ¿de verdad? ¿sí de verdad? ¿de esos de verdad? ¿de los que no son un no? ¿sí? ¿un sí que es un sí? qué bien... es genial... ya verás lo bien que vamos a estar viviendo juntos.

y el no se convirtió en un sí y el sí en un abrazo y el abrazo en un beso y lo demás... lo demás no quise saberlo.

29.6.09

lunes

los lunes siempre pasaba a recogerla a eso de las cuatro. él conducía alrededor de su manzana durante algo más de veinte minutos, nunca quería llegar tarde, así que siempre llegaba demasiado pronto...

ella siempre se hacía esperar un poco. un par de minutos. los suficientes para que él desconfiara y temiera no verla aquel día. pero no lo hacía queriendo. siempre se entretenía más tiempo del adecuado delante del espejo. rizando y desrizando los mechones de pelo negro como esas largas noches de invierno.

los lunes cuando se acercaba la hora, él siempre empezaba a sudar. la respiración se entrecortaba, la palanca de cambios cada vez estaba más lejos y la vista parecía nublarse con cada segundo que pasaba. los lunes siempre hacía más calor dentro del coche. él siempre creía oler mal, tener mal aliento, la camisa mal planchada, los pantalones sucios... o vete tú a saber qué.

ella siempre pensaba que aquel día no estaría esperándola, como siempre. siempre tenía la impresión de que no iba a volver... cada lunes, en la despedida, pensaba que algo había ido mal, que había errado en algún paso... de camino al cine, durante la película, en el restaurante, durante la escasa media hora que pasaban en el solar de la calle ancha haciendo tambalear la maltrecha carrocería del coche o en fin... de vuelta a casa. ella siempre pensaba que no volvería.

los lunes nunca se llamaban para quedar. siempre sabían que habían quedado. siempre estaban dispuestos, esperanzados... de ahí tanta incertidumbre. de ahí que nunca llegaran a más, después de todo. que aquella historia fuera sólo una historia de lunes. de lunes y suspiros... aunque lo realmente curioso es que todo acabara un domingo. el domingo en que pensaron que lo mejor sería empezar a verse más a menudo... por ejemplo, cada día.

16.6.09

conversación

- hola, soy yo.
- hola, tú.
- ¿qué tal?
- no sé... supongo que mejor que la última vez.
- ¿has comido algo?
- qué va... no puedo...
- yo he ido al restaurante de siempre... no ha cambiado nada. ni siquiera el menú de los martes.
- uf... quizá tendríamos que haberlo pensado mejor.
- ya... tienes razón. pero bueno, ánimate, ¿no?
- no merece la pena. animarse primero para desanimarse después... es trabajo tonto.
- venga, hombre... que no es para tanto.
- eso lo dirás tú...
- y tú también tendrías que decirlo. en realidad, todos lo dicen.
- ya... todos... ¿quiénes son todos?
- pues todos... ellos... ¿quiénes van a ser?
- pues otros... yo que sé.

ininteligle conversación de bobos ¿verdad? pero tras esta máscara se esconde un objeto verdaderamente trascendental... (creo)

- ¿qué otros? si sólo están ellos...
- es verdad. ya ni siquiera me quedan los otros...
- qué tarde es ya.
- ¿tú también te vas?
- no, sólo he dicho que es tarde...
- ¿y qué quieres decir con eso?
- pues nada... que es tarde... que casi llega la noche... que te toca comer algo... que dentro de un rato me voy a la cama... pues eso, que es tarde...
- vaya, como te has puesto, ¿no?
- ¿yo? qué va... eres tú que preguntas mucho...
- yo no pregunto... es que me aburro...
- pero ¿por qué?

parece que aquí viene la cuestión central del asunto... a ver cómo lo resolvemos.

- ¿por qué? parece que ahora el que preguntas eres tú...
- yo no pregunto... es que me preocupo...
- pues no te preocupes tanto.
- pues no me preocupo tanto...
- pues eso...
- pues vale...
- pues voy a comer...
- pues voy a dormir...
- pues bueno...
- pues adiós...
- pues buenas noc...

y la línea se cortó.

- ¿hola? ¿estás ahí? ¿...tú...?

y nadie contestó. en fin... nos quedamos sin saber qué le pasaba... quizá es que siempre le cuelgan el teléfono.

10.6.09

noche de concierto

anoche ella me llevó a un concierto.

pocas veces en la vida tienes esa sensación de ingravidez, esa fuerza en el estómago que te ayuda a levitar... a volar sobre todos los demás y a ver las cosas desde otro punto de vista.

en pocos momentos te atreves a estar quieto y mirar alrededor sabiendo que nada importa tanto como para no disfrutar de este aquí y este ahora. porque al fin y al cabo es lo que tenemos, y no creo que podamos pedir más.

no existen tantas noches como la de ayer... noches de carretera y prisas, de gente, de música, de jazz, de vetusta morla, de ella... de sueños, de sueño... ojalá todo siguiera igual, por el mismo camino. tranquilo. ojalá el mundo fuera justo, al menos esta vez.

esta fue la canción de despedida... disfrutad de ella.


pintar otra vez esta habitación
no me convence para nada este color.
votar si el botón
es una buena opción.
votar si hoy hacemos el amor.

cuadrar el círculo de esta obsesión oh no...
asumir que rendirse no es una opción no no...
saber que no os puedo aniquilar.
no es suficiente para firmar...

la paz, bolivia, quito es ecuador,
lima estí en perú,
buenos aires, argentina, no llores por mi más.

cayó el puente que nos vio nacer heheheee

el estribillo hoy no se quedará a comer eh...
saber que no os puedo colonizar.
no es suficiente para firmar...

la paz, bolivia, quito es ecuador,
lima está en perú,
buenos aires, argentina, no llores por mi más...

la paz, bolivia, quito, quito es ecuador, lima está en perú.
buenos aires, argentina, no llores por mí más...

argentina, no llores por mí más.

3.6.09

pantalón verde, chaqueta gris (capítulo 3)

craso error. el tipo era negro, ¿lo he dicho? bueno he mencionado su oscura tez. suficiente, al fin. aunque tampoco tiene tanta importancia, era sólo un apunte. el caso es que el tipo no dejaba de balancearse, adelante y atrás, adelante y atrás... cual péndulo basculante. parecía algo nervioso, ¿llegaría tarde y ya no era bien recibido en aquel lugar? quizá pensara volver a casa... y ¿qué me dices de ese puñetero libro al que no prestó atención ninguna en todo el tiempo?

a vueltas con estas intrigantes cuestiones... aquel tipo seguía con lo suyo. con una diferencia. ahora tocaba el marco de la puerta, bordeándolo con sus torpes dedos... rozándolo como si buscara algo, como si hubiera un botón que abriera la puerta o, para qué engañarnos, algo más común... una simple llave. da igual, aquella puerta no se abrió. de repente abandonó su pose de pies estáticos y tronco móvil y la cambió por una totalmente inversa. empezó a caminar alrededor del edificio. mirando a través de las ventanas. aunque extrañamente, apenas movía cualquier otra parte del cuerpo por encima de la cintura.

aquella se estaba convirtiendo en una estampa demasiado tétrica para las tempranas horas en las que nos encontrábamos. demasiado, sí. entonces... ocurrió lo que ambos llevábamos esperando un buen rato. alguien detrás de la puerta hizo un ruido, sonaron varios pestillos descorriéndose, una llave desencajando candados y un gran chirrido que dejó aún más muda la muda plaza en la que nos encontrábamos.

una persona blancuzca, casi transparente y tan delgada como cualquier grieta en aquella vetusta pared apareció en el hueco de la puerta y profirió un sonido parecido a una voz susurrante... no oí muy bien aquello que dijo, pero a tenor de lo que ocurrió después, le invitó a pasar y muy probablemente, también se disculpó por haberse hecho esperar. esto último es mera suposición... pero no habría estado de más.

aproveché aquel instante de pequeño ajetreo para acercarme sigiloso, pero tan rápido como pude. tanto, tanto, que apenas llegué a ningún sitio y la puerta ya se había cerrado. así que no me quedó más que observar, atónito, a través de ventanas sucias como lodazales, lo que allí mismo estaba ocurriendo...

al principio no lo entendí demasiado. luego empecé a hacer cálculos centesimales e inventé posibles soluciones a aquel extraño evento.... al final lo supe. al final pude comprender de qué se trataba... en aquel mugriento sótano una panda de raros especímenes humanos se habían dado cita y no parecía que fuera la primera vez. grandes hombretones sin gusto modístico, finas azafatas de conferencia translúcidas como una hoja de papel de fumar, pequeñuelos ancianos con gafas de culo de vaso, mujeres ataviadas con delantales estrambóticos, jóvenes inflados a palomitas de maiz de ojos torcidos, colegialas sonrientes vestidas de uniforme y pelo rojizo que mascaban chicle sin cesar y en el centro de aquel tumulto, un alguien distinto vestido de esmoquin, dirigiendo el cotarro, creí yo.

lo más incierto de todo, o quizá lo único cierto... era que todos miraban la misma portada de libros distintos. todos los habían leído... aquello era un club de lectores. un raro club de lectura... y todos hablaban y hablaban, a veces todos a la vez, a veces de uno en uno... a veces con ellos mismos. estupefacto, extrañado porque en aquel lugar recóndito existía vida, vida inteligente... y asombrosamente yo, que tenía trabajo pendiente en la oficina, no supe más que tocar la vieja puerta de entrada, para pedir por favor, un lugar en tan magnífico sitio.

12.5.09

pantalón verde, chaqueta gris (capítulo 2)

las persianas caídas de cada alto caserón no decían nada más que allí nadie quería saber nada de la vida. o de la no vida... porque en aquel laberinto de calles, tranvías y carreteras, apenas se movían las hojas caídas de aquel otoño gris. un olor polvoriento volaba camino de narices extranjeras, camino de mentes extrañas a aquel mundo perdido.

y yo seguía detrás de aquel tipo raro de barriga oronda y trasero invisible. seguía siguiéndole sin entender muy bien por qué no había mirado ya hacia atrás. por qué no me había descubierto aún detrás de sus pasos... lo cierto es que andaba ya algo mareado después de tantas vueltas, de tantos recovecos, de tantas plazuelas inciertas y caminos desiertos... 

de repente, aquel buen hombre, porque a aquellas alturas del paseo ya me había hecho su amigo en mi mente de sabueso primerizo, se paró ante la pequeña puerta de un edificio inmenso. una luz mortecina se asomaba alrededor del marco de aquel pequeño bosque de maderos desvencijados. el tipo tocó un par de veces con sus nudillos de terciopelo color carne y la puerta ni se inmutó. nadie habló detrás de aquellas paredes. nadie se movió detrás de aquellas ventanas empañadas... 

el tipo insistió. y yo me preguntaba qué carajo hacía un hombre como él llamando a una puerta como aquella en aquel barrio olvidado... otros dos golpecitos me sacaron de mi pregunta sin respuesta. se rascó la cabeza, pensando quizá en si se había equivocado de día o de puerta... se quitó las gafas que tendría sucias, miró al trasluz, volvió a ponérselas, aquellas motas de polvo adheridas no eran suficientes para ser limpiadas. 

y allí seguía... de pie. como si su único trabajo aquel día fuera esperar. primero al tren. luego a la parada. y ahora en aquel lugar, delante de un mastodonte de piedra y pequeña boca de pino añejo. igual que yo. que empezaba a tener hambre... que empezaba a pensar que nada tenía allí interés.

7.5.09

pantalón verde, chaqueta gris (capítulo 1)

un tipo gordinflón entró en el tren. sus ojos redondos y oscuros detrás de unas gafas redondas y oscuras... en una cabeza redonda de tez oscura. nadie lo miró, nadie parecía haberse percatado. a nadie le interesaba. a nadie excepto a mí, que por las mañanas, somnoliento, me da por mirar las caras somnolientas de los adormecidos pasajeros que recorren la ciudad para ocupar su puesto de trabajo en el lado opuesto del mundo.

nadie excepto yo parecía haberse dado cuenta de que su chaqueta grisácea de hombros desgarbados y anchos no combinaba en absoluto con unos pantalones extrañamente verdes, cortos y raídos. los calcetines negros, impecables y los zapatos... parecían una reliquia del siglo xix, impolutos, como si acabara de estrenarlos. el curioso arte de la moda parecía ser desconocido para él.

y allí estaba él. sentado en aquel vagón de tren. desparramado, como si ya estuviera cansado por el simple de hecho de haberse levantado de la cama aquella mañana. la mirada perdida en la nada, un libro en las manos que nunca miró y su zapato derecho moviéndose arriba y abajo, al ritmo de cualquier musiquilla que danzaba en su mente. un fox trot quizá, un jazz descuidado, alguna canción de radiofórmula... quién sabe. 

el caso es que aquel tipo no dejaba de intrigarme. y tampoco sé muy bien qué era aquello que sentía... sería que me aburría en el trabajo. o que ya apenas encontraba historias que contar... sería que hacía tiempo que no había estímulos que me sacaran del aburrido mundo de las sumas y restas. sería... o no. dos paradas antes de la mía, aquel hombre demasiado grande como para conceder el asiento vecino a un otro cualquiera salió del tren y yo, que no pude evitarlo, corrí detrás de él.

cosas de la vida. nunca había pisado aquella parte de la ciudad. un lugar solitario, huérfano de nombre y visitantes. nadie habitaba sus calles, nadie paseaba por los bulevares abandonados y sucios. no era un lugar peligroso, tampoco era frecuentado por vagabundos ni putas... era un lugar olvidado, desagradecido, destinado a nada, a nadie. no se veían restaurantes, tampoco tiendas. la vida se acababa allí. o eso parecía.

4.5.09

al respirar

otras historias. parece que últimamente los nuevos proyectos se hacen dueños de este cuaderno azul. pero no quiero que dejéis de mirar este vídeo en el que he tenido la oportunidad de echar una mano. no es porque yo lo diga, y tampoco porque sea suyo... pero se atisban formas de creativa directora aquí.

me encanta.


30.4.09

tanto que hacer

gracias a todos por los comentarios.

aún nos queda tanto por hacer... a mí, que recién empiezo en este mundo y aún no entiendo la verdadera importancia de lo que hacemos... pero sobre todo a este mundo que no sólo debe temer al virus de la "nueva gripe" o a esos chupasangres de siempre... esos que ahora son ricos mientras otros somos más pobres... también ha de temer el viejo virus del miedo. ese al que ismael cantaba.
el mismo que no nos deja actuar de manera distinta... ese que nos atenaza. que no nos deja nadar corriente arriba...

el nuevo spot de j. walter thompson para setem habla de ese miedo. y del error 104. y de que todos podríamos poner un poco más de nuestra parte... algo más profesional que el nuestro, os dejo aquí la nueva campaña de finanzas éticas.  

tengo historias... ya vuelvo.

17.4.09

setem

hoy quiero que veáis mi primera criatura publicitaria, un trabajo de clase para la ong setem por el que acabamos de ganar el tercer premio en el festival de publicidad social solidar&dar.



espero que os guste :)

8.4.09

negrura espesa

soledad en medio de esta nada irreconciliable. soledad oscura que no lleva a ningún lugar. soledad eterna mientras duermes.

oscuridad. negrura espesa. el cuerpo tumbado, los ojos aún cerrados. alargas el brazo y te das cuenta de que al otro lado de la cama no hay nadie. que se ha ido. que aún no ha llegado. quizá nunca estuvo. sientes que debes abrir los párpados, salir de ti, encontrar la verdad al otro lado de la habitación. las persianas están bajadas, la luz no entra, el día aún no está aquí.

oscuridad. negrura espesa. y tú que te sientes el ser más pequeño de la tierra. una cámara de cine que hace un primer plano de ti y que se aleja, que sale de tu habitación, que sale de tu edificio, que se eleva camino del cielo, que enmarca tu ciudad, tu país, tu mundo... y que se aleja... que se aleja... y tú eres el más pequeño de todos los seres del planeta. te sientes perdido, inseguro, cansado.

oscuridad. un pequeño haz de luz que se cuela. una línea de vida. una pequeña esperanza, una sombra que se mueve y te dice que no estás solo. analizas la situación, apenas has despertado aún, apenas eres un viviente en este mundo de dormidos. apenas has nacido y ya te crees creyente. y esa línea que atraviesa tu habitación te desvela, te despereza, te guarda la certeza de que este no será el último día. que la historia continúa.

oscuridad. la persiana arroja puntos blancos que antes no veías. puntos que se convierten en líneas, que son agujeros de vida en la pared. la sombra ya no pasa, se detiene. la palabra casi sale de la boca, el suspiro casi sale del alma.

una puerta se abre. salvado. quién eres tú que vienes a cuidarme. qué bien que eres tú, que vienes a cuidarme.

31.3.09

rebeca



cerró la puerta tras de sí y se alejó de aquel café que siempre había sido de los dos. caminó despacio, indeciso, sin dejar de pensar en ella, sin dejar de necesitarla cerca... dándole vueltas a aquella estúpida discusión que había tirado por el sumidero meses de amor y cama... y un corazón marchito, oscuro, como si nunca hubiera tenido vida.

la noche había espantado al día en un abrir y cerrar de ojos y él volvía a casa. caminaba nadando entre recuerdos, entre sueños rotos... entre historias que no habían tenido el final esperado. habían pasado ya algunos días... días grises. sin color. sin alegrías... ella sólo había recogido sus cosas y se había ido. sólo había dicho que no iba a volver, que nada era ya posible...

"me gustaría pasar de largo, todas las noches que te perdí, extraños días encadenados, y algunas cosas que no entendí..." y esta canción rondando... "antes de marchar, déjame cerrar la puerta que no quiero que entre nadie...". seguramente rebeca la estaría cantando entre susurros en cualquier bar de carretera. seguramente la habría compuesto para momentos como aquel.

qué diablos había pasado para dejar el último álbum a medias, qué había ocurrido en todo aquel tiempo sin que él lo supiera. las llaves sonaron en la calle silenciosa. entonces dijo ella:

- te estaba esperando.

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rebeca jiménez es todo un descubrimiento para mí :)

24.3.09

dormían

el negocio era el sujeto preferido en sus oraciones cuando se encontraba en horas de trabajo. pero también cuando esas mismas horas eran de esparcimiento. "el negocio está creciendo", había dicho durante años mientras la situación le dejó hablar de ello. "el negoció está perdiendo fuelle", empezó a decir algún tiempo después, cuando algún que otro amigo ya había salido por la puerta de atrás después de años de servicios y los salarios ya habían caído algunos cientos de dólares, euros, pesos o cualquiera que fuera aquella moneda. "el negocio se está hundiendo" acaba de decir con lágrimas en las manos, en los ojos, en la comisura de los labios... 

alguien en la calle viste una camiseta en la que puedes leer "i sold my soul for a dollar twenty-five". él la mira y sonríe. hacía tiempo, él habría hecho lo mismo, habría vendido cualquier cosa por cualquier suma de dinero mayor a la que llevara en el bolsillo en aquel mismo instante. habría vendido su alma, su pitillera, sus zapatos o la camisa de armani más cara de su armario. habría vendido cualquier cosa por un precio adecuado o como el siempre dijo "por el precio de mercado +1 o -1, lo importante es vender". a quién le importa cuál era la actividad de su empresa. a quién le importa en qué lugar del mundo esto estuviera pasando...

el negocio era la razón más importante de su vida. el negocio había adormecido el resto de sus experiencias. su mujer, a la que casi nunca había hecho demasiado caso, lo había dejado a mitad de la década anterior; sus hijos apenas hacían llamadas a su teléfono fijo, tampoco a su móvil, no le escribían cartas, ni mensajes en el facebook... apenas quedaba algunas noches con sus viejos amigos para tomar unas copas antes de ir a dormir, ya no hablaba con nadie más que su secretaria y los pocos clientes que le quedaban. su vida se estaba volviendo más gris que de costumbre. ahora que casi no tenía trabajo, se daba cuenta de que tampoco tenía vida.

el negocio daba las últimas bocanadas de un aire putrefacto mientras él intentaba no darse cuenta. pronto no habría más dinero que para pagar a los acreedores y firmar el finiquito de los trabajadores. pronto no habría más que cerrar la puerta desde fuera, por última vez. "el negocio", "el negocio", "el negocio"... aquellas dos palabras no se iban de su mente ni un sólo instante. no lo habían hecho en años. y ahora todo se iba al traste... todo se rompía...

todo... y entonces, fue él quien desapareció. fue él quien salió del edificio, cogió el primer taxi que pasaba por allí y dijo "al aeropuerto, por favor". huyó... corrió... no sé cuál fue su siguiente destino, no sé qué fue de él después de todo, no sé si volvió a casarse, si montó un nuevo imperio... sólo sé que volvió a esconderse, como siempre había hecho, volvió a escapar de sus problemas, como cuando no llegaba a casa hasta que todos dormían.

17.3.09

la huida



hoy es un día distinto. un día que ha pasado rápido. que es martes. en mitad de la nada. un día alegre, soleado, cálido. un día de músicas, de nuevas letras... de viejas canciones. de significados distintos o de iguales sentidos. 

ismael vuelve a mi memoria... a mis oídos... vuelve porque no podría ser de otra manera. y esta canción... la huida... la vida.

ella tiene quince primaveras, pocas mentiras que contar, 

dos pendientes de primero y aún no ha visto el mar. 

mientras lo espera sobre la acera, se derrumba el mundo.

él tiene dieciseis agostos y una nube que robó, 

y versos de extremoduro volando en la habitación. 

mientras la sueña copia un poema que luego hará suyo.

y como cada tarde, la ciudad se detiene en el instante 

en el que él la pasa a recoger. 
"¿qué tal en clase?". "llegaste tarde". "no me riñas, ven".

y ella aprieta contra el pecho la carpeta, y en el cielo 

anémonas de humo, antenas de coral. 

"si quieres, mi vida, te rapto yo un día, te llevo a ver el mar".

una tarde como otra cualquiera él la pasará a buscar 

con el alma en un pañuelo, con el coche de papá. 

"sube al barco, niña. ésta es la huida que te prometí".

ojalá que tengan suerte, tal y como lo soñamos, 

y al paraíso les lleve la nacional 4. 

"amor, ¿por qué lloras? ¿qué es lo que te pasa?" "será que soy feliz".

y nada más pasar despeñaperros se les echa encima el sueño 

y las ganas de compartir sudores. 

"paro y nos dormimos". fuera queda el frio con la oscura noche.

al rato, el coche queda lleno de vahos y de vuelos, 

en playas infinitas, carretera sin fin. 

arenas desiertas, mil atardeceres que acaban en ti.

no será la luz del alba lo que los despertará, 

ni una gran ola rugiendo, no será el olor a sal: 

una pareja de picoletos pegándoles voces.

como el cristal de los sueños, de camino al cuartelillo. 

se han quebrado un par de vidas entre broncas y gritos. 

¿a quién se le ocurre? se deshace una nube y una ola se rompe.

y ya de vuelta a la ciudad, donde nunca sabe a sal, 

la piel y la lluvia, que a veces te besa, 

se van para casa, escuchan aullidos, golpes que no cesan.

los viejos les prohibieron la salida, el tiempo fue arando sus vidas, 

quemando poemas, carretera sin fin. 

de vuelta hacia casa mil atardeceres que acaban sin ti.

la ciudad se siguió derrumbando, en la acera mientras tanto 

anémonas de humo, antenas de coral. 

él se pierde en la bruma, ella sólo recuerda cuando mira el mar.

le asalta la duda de estar viva y recuerda alguna huida 

cuando aún no sabía mentir. 

"amor, ¿por qué lloras? ¿qué es lo que te pasa?" "será que soy feliz".

te llevo a ver el mar... una huida juntos... una vida.

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la huida, de ismael serrano en su disco los paraísos desiertos.

12.3.09

ayer

ayer, que era un día para el recuerdo, para echar la vista atrás y ver que aunque no nos olvidamos ya hemos andado mucho. hoy que ya han pasado cinco años y parece que no hace tanto. ayer que fui en tren por las mismas estaciones que sintieron el dolor de cientos de miles de personas aquella mañana... 

ayer sentí que madrid era una ciudad entrañable. ayer sentí el paso de la vida, el amor, el cariño, la amistad, la felicidad... ayer vi a una mujer anciana de pie, cerca de una esquina en uno de esos pasillos que recorren la ciudad bajo su suelo. ayer vi a una mujer de ojos oscuros y enrojecidos, quizá del llanto, quizá de un simple resfriado, o del recuerdo, quizá... no lo sé.

ayer sentí que madrid se había convertido en un lugar maravilloso, mucho más maravilloso de lo que lo es normalmente. ayer vi a un hombre anciano de pie, tocando un violín aún más anciano que él, cerca de una esquina en uno de esos pasillos que recorren la ciudad bajo su suelo. tocaba música clásica y sus ojos iluminaban aquel lugar.

ella sostenía la partitura. y yo sonreía. sonreía porque el amor no tiene edad, porque la vida, la mires por donde la mires, siempre parece insuficiente, demasiado corta. demasiado bella para ser quebrada... ella sostenía la partitura con manos temblorosas. lloraba... y nada pudo parecerme más tierno en aquel instante.

nada fue más hermoso. 

4.3.09

blanco

últimamente leo más de lo que escribo. leo más libros. más saramago. más publicidad. más historias antiguas... leo más. y al fin, escribo menos. el tiempo se ha vuelto de nuevo importante para mí, una constante... algo que no se va de mi mente y no sé muy bien la razón.

hacía doce minutos que ella había dejado una estela de perfume en el ambiente de aquel bar totalmente blanco. exactamente habían transcurrido doce minutos desde que se puso de pie, abrió la puerta y desapareció tras ella. doce minutos que yo había aprovechado para remover el café casi agotado de una taza tan negra como el fondo de un agujero sin fondo. así era aquel bar, blanco con tazas negras. con sillas negras y mesas blancas. el suelo negro, todo lo demás era blanco. las paredes blancas, los muebles negros. algo así, ya no recuerdo muy bien el orden.

doce minutos y yo pensando. removiendo el café. utilizando una servilleta y un bolígrafo para escribir unas cuantas notas, algunos versos sueltos, unas palabras de adiós. de hasta luego. de no sé qué porque no sabía qué había sido aquello. doce minutos y allí estaba yo. sentado. removiendo el café. mirando la puerta de vez en cuando por si se le ocurría aparecer de nuevo. doce minutos de café descolorido y miradas furtivas que me señalaban acusadoras. "qué habrá pasado", "seguro que le ha dicho algo horrible... ella iba llorando", "será gilipollas, el tío este".

doce minutos y yo no me había dado cuenta de nada. sólo era consciente en aquel momento. los once minutos anteriores se habían esfumado como si no hubieran existido. como si aquellas palabras no hubieran salido de mi boca tanto tiempo antes. como si aquellas palabras no hubieran salido de su boca tanto tiempo antes. doce minutos y el perfume que siempre usaba aún flotaba en el ambiente. quizá no hubiera pasado tanto tiempo, quizá sólo hiciera un momento que se había ido...

doce minutos. sólo doce. tanto tiempo... que el café estaba ya frío. 

me fui. me fui de allí. dejé mi dinero. dejé mis notas. las miradas de aquellos otros. y la puerta blanca, aquella puerta impoluta, tras de mí. 

23.2.09

reloj que anda

las manillas del reloj de la cocina. tic, tac, tic, tac. aquello era lo único que podía oírse en toda la casa. un tic y luego un tac. un tic y más tarde, exactamente un segundo después, un tac. y así todo el tiempo, todo el tiempo, el tic y el tac, el tic y el tac. las agujas andaban siempre hacia delante, siempre hacia abajo y luego hacia arriba, siempre haciendo un círculo perfecto. sesenta segundos, al final un minuto. sesenta minutos, al final una hora. al cabo de doce horas, una vuelta entera. al cabo de dos vueltas... un día. justo el mismo minuto y el mismo segundo que ahora mismo, sólo que mañana.

y el reloj de la cocina, encima de una mesa redonda. alrededor de ella, cuatro sillas, como en cualquier cocina. y ellos sentados, uno frente al otro. sin hablarse, sólo mirándose. quizá alguna sonrisa. pero ni siquiera una palabra. nada. ambos tenían los brazos sobre la mesa. él los tenía cruzados, ella extendidos, medio moribundos. ella llevaba las mangas de la camisa por los codos. y él, que siempre había tenido más frío, que siempre había sido el más frío de los dos, las llevaba por las muñecas. el reloj no dejaba sonar, tic, tac, tic, tac. primero un tic y luego un tac, lo de siempre, lo que nunca termina. de vez cuando respiraban profundamente y una atmósfera de satisfacción se hacía real en aquella habitación.

llevaban ya un rato así, en silencio, sin hablarse. la inmensidad del tiempo, tal y como lo conocemos nosotros, tal y como lo medimos nosotros, porque podríamos haberlo medido de otra manera, se cernía sobre ellos. el abismo del tiempo que dicen, tenemos por delante e inmediatamente después, al paso de un sólo segundo, ya está detrás, ese, se abría ante ellos con un cada movimiento de las agujas. a cada momento, unos más largos, otros más cortos, porque los momentos no se miden como el tiempo, de manera objetiva, sino más bien por las cosas que ocurren en ellos, dejaban de mirarse y buscaban otros puntos donde fijar la vista, otros lugares que atrajeran su atención. pero pronto volvían a buscar los ojos del otro. y volvían a sonreír.

llevaban así ya un rato, como decimos. hacía algún que otro minuto, también, que no apartaban la vista del aparato redondo que marcaba la hora. en breve todas las agujas marcarían el punto más alto del círculo. ya falta menos. ya casi esta... ¡¡rrrriiiinnnngggg!! la alarma sonó, ambos se movieron como si no se lo esperaran, como si no llevaran cuarenta y cinco minutos esperando aquel momento, como si no llevaran cuarenta y cinco minutos mirando aquel reloj que había marcado el tiempo pasado y que hiciéramos lo que hiciéramos, marcaría el tiempo futuro. pero volvamos al ring.

- ¡ya era hora! -dijo él.
- ¡por fin! -dijo ella- corre, corre, no hay tiempo que perder.
- ¡espera que me ponga los guantes! -repuso él.
- ¡déjame a mí, que yo voy más rápido! -se quejó ella, muy inquieta- hhhmmm... qué bien huele. ya tenía ganas de probar este pastel... 

15.2.09

benny



en aquel antro de joe muchos enjugaban sus penas en vasos de whisky o tequila. el póker apenas dejaba unos centavos en los bolsillos de los apostantes y la bolsa empezaba a recuperarse de su caída en picado a finales de la década anterior. corría 1933 y las flappers ya no correteaban por entre las mesas fumando aquellos cigarrillos tan largos que las hacía tan hermosas. el bar de joe había perdido clientela... para qué engañarnos. "ya pasará", se decía.

y es que allí ya no cantaban las mejores muchachas. ya no tocaban las mejores bandas. todo se estaba yendo al garete. y todo iba tan rápido... aquella década había arrasado con todo, todo estaba rodando por el suelo y las fiestas de antaño se habían convertido en penurias y tristezas. nada de cócteles, nada de humor... pocas mujeres... ninguna alegría. los recuerdos de años anteriores, los felices 20 los habían llamado, habían hecho más dura la caída. 

joe secaba los vasos y alguien a su lado hablaba. él hacía sus cábalas para acabar el mes en números positivos. y mientras aquel tipo no dejaba de calentarle el oído con no sé qué historia muy rentable y demasiado ridícula para ser verdad. "ólvidame, tío, ¿no ves que eso ahora ya no cuela?", "que sí, que sí, que te lo digo yo. que este tipo nos sacará a todos de este boquete. dale una oportunidad. ya ha tocado en algunos lugares y dicen que es bueno. yo he venido aquí porque eres mi amigo y porque quiero que vuelvas a hacer de este sitio el que era antes. qué me dices."

y en fin, tanto fue aquel tipo al bar de joe, todas las noches la misma cantinela, todas las noches las mismas caras tristes, lánguidas, descoloridas... joe no podía ver a sus parroquianos así. "¿cómo dices que se llama ese muchacho?", "benny, se llama benny", "pues traelo mañana, quizá sea hora de oír lo que es capaz de hacer".

aquel pequeño benny al final resultó ser la estrella de todo el harlem. nueva york era alumbrada cada noche con su música y también con la de otro tipo, algo más mayor, un tal duke ellington... el mundo era un poco más cálido después de cada actuación. los dolores de cabeza estaban desapareciendo al ritmo de jazz, las ideas empezaban a fraguarse en las mentes de la gente de a pie y el primero en alegrarse de ello fue el viejo joe. ¿que por qué? pues porque después de aquello él también empezó a hacerse rico...

7.2.09

recuerdo de estación

la escena es en blanco y negro para mí. el frío estremecía las ramas de un ciprés sin dueño, allá en la lejanía. la bruma de aquella mañana de enero apenas dejaba ver sus ojos. aunque no importa, ya sabía que estaba llorando. sabía que lo hacía desde que le dije que me iba, que otro mundo me esperaba, que aquello ya no era para mí. pero me sorprendió el rumor de aquel llanto, un llanto sereno, paciente, de esos que hacen más daño al que lo provoca que al que lo sufre.

la escena es en sepia para ella. no hacía más frío que cualquier otra mañana de ese invierno tempestuoso y escurridizo. un tren se acercaba a la ciudad pero poco le importaba. al cabo de un rato todo habría perdido su sentido, todo se habría convertido en una especie de marco sin fotografía, un borrón de hermosas sensaciones que se desvanecían entre las alas del tiempo.

busqué un pañuelo en mis bolsillos esperando que no fuera uno de aquellos que mamá bordaba durante años para que siempre supiera el hombre que yo era. qué va, me los había dejado en casa… me costó entender que días antes había decidido abandonar allí todo lo que me recordara esa otra vida, esa otra ciudad y aquellos otros rostros que jamás querría volver a ver. ella no tenía la culpa, ella siempre había estado conmigo, siempre me había susurrado palabras de consuelo.

por eso lloraba. y yo sentía que algo se rompía dentro de ella, también dentro de mí. pero no podía vivir más mi vida allí, no podía seguir inventándome vidas que no eran las mías, que no me pertenecían. y que tenían que ser por el miedo a los demás. por el miedo al que dirán, por el peso de las miradas, por las historias de otros que antes que yo ya las sufrieron. incomprendido, insostenido, incompleto... la ciudad me esperaba, otro mundo distinto, otras esperanzas, otras historias, otras formas, otros hombres y otras mujeres, otra forma de mirar, de escuchar, de tocar...

ella no tenía la culpa, ella había visto en mis ojos la verdad. por eso se mantuvo a mi lado, por eso siempre dijo que era mi chica, siempre cubrió mis mentiras. siempre me quiso por quien era, no por lo que era. sí... siempre me quiso.

por eso la semana pasada cogió un teléfono para decirme que venía a vivir conmigo. ella ha cambiado, creo que yo también. ya no recordábamos aquella noche en la estación con la nitidez de otros tiempos. ya no llora... ahora duerme conmigo.

31.1.09

un momento, por favor

hace días que no paso por aquí. que no dejo mis notas en este cuaderno de pastas azules, tampoco en waterproof. hace días que no recorro los rincones amigos, que no buceo en busca de nuevos lugares de palabras desnudas, de historias, de poesías, de letras que cuentan, en fin.

pero no podía ser de otro modo, los libros me devoran, los apuntes me ahogan y lo seguirán haciendo durante la próxima semana. cosas de la edad. de los estudios, de estas fechas que tanto nos saturan y tan indefensos nos dejan. sin embargo, estoy contento, ésta será la última vez.

este semestre hemos estado trabajando con algunas ong's. hemos estado haciendo algunos trabajos creativos que han quedado muy bien y que si puedo, colgaré aquí para que podáis verlos. la cosa es que me impactó un video de setem (una de las ong's). es una acción de sensibilización y denuncia en la calle, una acción muy interesante en la que se proponían regalar acciones del banco santander. aquí os lo dejo.



lo que me estremeció cuando vi este video no fueron tanto las acciones que se llevarán a cabo con el dinero de los inversores desinformados sino que esos posibles inversores cierran los ojos ante ellos. si se trata de recibir regalos, allí están todos. pero si les hablan a las claras de las inmundas actividades que practican nuestros bancos, todos huyen, no quieren oír. qué más da. los beneficios son los beneficios.

y luego esta crisis a la que nos han llevado entre todos... ¿qué decís? ¿qué dices tú? ¿qué piensas? la hipocresía es algo que aguanto muy poco... y ¿sabes? creo que empieza a abundar por estos lares.

19.1.09

varadero



aquel tipo había estado encerrado en una habitación oscura y polvorienta de la única pensión en la calle séptima durante días. lo estaba consiguiendo y ellos, para qué engañarte, andaban boquiabiertos. las predicciones más halagüeñas hablaban de que conseguiría mantenerse en aquel pestilente rincón de la casa al menos durante la friolera de cuatro días más. nosotros ya no dábamos un miserable chelín por aquella desagradable aventura.

los comentarios comenzaban a sentirse en todos los lugares de la ciudad, los titulares de los periódicos arreciaban exclamaciones entre extrañadas y un tanto hastiadas, los bares, las peluquerías, los patios de los colegios, los claustros de profesores, incluso algunos de hermanas carmelitas, las porterías de todos los edificios, las comisarías de policía, las ambulancias, los locales de apuestas, los escaparates de putas, los supermercados, los restaurantes remilgados, las instituciones penitenciarias, los apartamentos para amantes, los peajes de las autopistas... absolutamente todos, en absolutamente todos los lugares de la ciudad hablaban de aquel tipo horrible que se había apostado una cerveza, por cada día que pasara encerrado en aquella habitación que tenía por jaula negra y oxidada.

- qué quieres que te diga, a mí me parece que no puede aguantar mucho más ahí -comentó alguien mientras leía la portada del times.
- ¿por qué? si parece que todo le va bien dentro de ese sitio... -dijo el de la predicción halagüeña- estoy seguro de que aún puede aguantar unos cuantos días más.
-  ¿cómo puede usted decir eso? si apenas come, ni bebe... se ve que está haciéndole un hueco a esas cervezas... además, está loco... ¿cómo alguien en su sano juicio se encerraría en una habitación y bajaría todas las persianas para no ver la luz del sol y las cálidas estrellas? es más, ¿cómo alguien en su sano juicio osaría encerrarse en una habitación oscura por una mera apuesta?
- a mí no me mire, señor, yo sólo aposté por él. pero no cervezas... dólares, amigo, dólares, que son los que mueven el mundo y a mí me llevan de vacaciones cada verano. ¿ha estado usted en varadero? yo fui el año pasado... sí, justo antes de que el comandante este... cómo se llamaba... sí... el de la barba... castro... sí... castro... antes de que el comandante castro tomara la isla. y, ¿sabe? fue gracias a una apuesta.
- no, no he estado allí. y ahora creo que ya no podré ir. ¿es bonito aquello?
- oh, no lo sabe usted bien... qué playas, cuánto sol, qué mujeres... pruebe el ron, si es que va algún día.
- ¿sí? lo tendré en cuenta... pero oiga, ¿de verdad cree que está cuerdo? además, ni siquiera ha salido para hacer sus necesidades... ya sabe... claro, que por eso tampoco querrá beber ni comer demasiado... a mí no me parece la mejor forma de demostrar su valor... de hecho, será la mejor manera de demostrar su hedor. no quiero ni pensar cómo acabará la habitación después de todo esto.

pero las predicciones, como aquel que dice, están para romperlas. y ni siquiera el hombre que iba a cuba de vacaciones consiguió acertar. aquel tipo se había mantenido encerrado en el mismo estrecho lugar (según las informaciones del periódico no mediría más de dos por tres) sin ventilación alguna (ya hemos dicho que la luz y el aire eran enemigos del caballero en cuestión) y con el único alimento de un par de galletas, algún trozo de carne y a veces, un par de vasos de agua o un cuenco de sopa, durante trece días. cosa extraña que nunca devolviera los aperos de la comida... y tampoco se comunicaba con nadie, no hablaba con sus carceleros, no emitía sonidos... de hecho, lo único que emitía era un horrible olor a mugre que se filtraba por la rendija bajo la puerta.

llevábamos ya 22 días de noticias ahumadas en los periódicos, la situación había alcanzado el grado de interés nacional y las autoridades sanitarias no tuvieron más remedio que acordonar la zona, impedir a los huéspedes que entraran en sus habitaciones y entrar en aquel zulo para sacar a aquel pobre hombre que estaría ya perdiendo la razón, la salud e incluso los últimos atisbos del sentido olfativo. maldita sorpresa...

- ¿cómo? -preguntó el hombre que leía el times, que casualmente era el propietario de la pensión donde la apuesta tenía lugar.
- como lo oye, señor -respondió el jefe sanitario.
- ¿pero podría repetirlo? es que creo que no lo he entendido bien...
- sí, verá... el hombre que se había encerrado... sí... pues... ese hombre... en fin... que... que dice que alguien le debe 22 cervezas y media, porque ese es el tiempo que ha estado encerrado... y que... bueno... que... que creemos que no va a pagarle... y que... en fin... que le vamos a tener que cerrar el chiringuito, porque al parecer... las condiciones atmosféricas que se han producido en la habitación durante este tiempo, unido a la falta de luz quizá, y quizá también a la adición de pequeñas partículas de diversas formas de comida... en fin... que ese tipo ha creado una nueva forma de vida... unos seres nunca vistos... y bueno... tendremos que examinarlos. esto llevará sus años... parece que quieren invadir todo el edificio así que... bueno... le daremos algo de dinero y en fin... nos quedaremos con su edificio... ¿no le importa verdad?
- pero... pero... -no acertaba a decir nada aquel hombre.
- bueno, tranquilícese... en estos casos, el perjudicado siempre sale indemnizado... aproveche... conozca mundo... ¿ha estado en varadero alguna vez?

14.1.09

un par

aquellos dos tipos amenazaban con iniciar una disertación sociológica de lo más compleja acerca del cómo, el cuándo, el dónde y el por qué de las cosas que les habían llevado a estar en aquel lugar, a aquella hora y con las mismas tristes ganas de acabar la botella whisky más asquerosa y cara de un bar oscuro en mitad de una noche aciaga.

los dos habían cumplido años de penas y traiciones en los que una barra de aluminio había sido el único apoyo para ambos. todos esos días de temores y enemigos... todas esas luces que en lo negro de aquel túnel parecían mujeres desnudas y no habían sido más que difuntos fantasmas de almas igual de perdidas, con algo más de suerte. aquella barra de aluminio donde apoyaban sus copas había sido también el lugar donde sostuvieron sus miedos, sus pasiones... el lugar donde cantaron las letras de aquellas canciones pasadas de moda, como ellos.

el camarero les había cerrado la puerta tantas veces en las narices que al final siempre dejaba que durmieran allí, con el cuerpo escacharrado y las cabezas pegadas a la última copa sin recoger. la misma historia de siempre, los mismos pesares, las mismas lágrimas que se derramaban encima del mismo hombro, del mismo abrigo... dos balas perdidas que alguien disparó alguna vez. dos pétalos marchitos de flores que fueron hermosas, que marcaron algunas vidas, que olieron alguna vez a rosas... dos oscuras golondrinas ancladas a una piedra que no les dejaba volar. dos palabras del mismo sueño que ya estaba roto... la certeza de no salir de allí.

y tú que los veías todo los jueves, mientras jugabas al póker respirando las briznas de una espesa cortina de humo que había levantado uno de tus puros. habano, por supuesto. y tú que los veías bajo aquella luz verdosa de extrañas propiedades... tú siempre les invitabas a otra. te hacían gracia, decías. jamás habías tenido un amigo tan fiel, un sancho tan fantástico que no abandonara tu causa, que siempre estuviera a tu lado. tú sólo sabías ganar dinero, comprar joyas caras a esa mujercita que habías conocido el mes pasado... sólo sabías querer ser más sin llegar a serlo. y pensabas... ellos dormirán solos pero se tienen el uno al otro. yo dormiré acompañado, pero ¿acaso me queda alguien?... y envidiabas sus vidas, sus penas... y también sus pocas alegrías. 

8.1.09

año nuevo... palabras

¿sabes? el domingo vuelvo a la normalidad. navidad siempre fue, o al menos durante estos últimos cinco años, un tiempo de agobios y prisas estudiantiles. los exámenes a la vuelta de la esquina, la entrega de montones de trabajos al pasar unos días, las fiestas familiares, las comidas, las noches en vela, las mañanas turbulentas... en fin, qué contar.

el domingo madrid acogerá a sus pequeños pájaros que, aunque enjaulados, se sienten seguros bajo el azul manto de su cielo eterno. un nuevo año nos ampara o quién sabe, quizá nos dispara al lejano horizonte del 2010. pues bien... auguro un año de las mismas cosas para mí, quizá también para ti. una crisis que nos golpea en la cabeza cada vez que queremos mirar adelante, una guerra que hiere nuestros ojos cuando los abrimos y algunos ya no están. y esos niños ya no están...

pero además también habrá nuevos desafíos. entre este año impar que empezamos y el décimo del milenio, he de salir al mercado laboral y enfrentarme a esa jauría de hambrientos jefazos que busquen en el talento juvenil, una nueva salida a este gran agujero que entre todos han creado. nuevas formas de mirar al mundo y de repartir lo que hay en él. otras maneras de creer que la vida no es sólo lo que vemos, que el hombre es más que un simple pedazo de carne, que hay algo más allá de nosotros.

sólo pido una cosa... o mejor dos. salud y ganas de mirar... aunque tarde, deseo que seas feliz al menos, durante los próximos 356 días.
 
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