30.12.08
de la camisa azul (iii)
¿hola? ¿aún estás ahí? lo siento... acabo de correr cuatro manzanas para llegar a casa. es que el teléfono de joe es una basura. todavía no entiendo por qué siempre voy allí para hablar contigo... será que me gusta beber su cerveza... sí, si no fuera por ella ese viejo tacaño ya no tendría clientela... ¿sí? no... ¿sí?... no, no, eso es imposible... ¿qué? ah, mi historia. perdona... ya se me había olvidado. ¿cómo? ¿que vaya deprisa que tienes una cita? ¿con quién? ¿cómo? ¿que mi historia? ah vale, sigo, sigo...
¿por dónde iba?... ah, sí, es cierto... y entonces sonó el teléfono... ¿que si era ella? claro que era ella, quién si no. tú jamás me llamas... siempre tengo que hacerlo yo. y nadie más sabe mi número. qué preguntas... ¿que para qué me llamo? bueno, ya sabes, quiso saber dónde había pasado la noche. se había preocupado después de mi salida triunfal del restaurante, por lo visto había tropezado con algunos comensales antes de irme. ya te lo he dicho, hacía tiempo que no bebía tanto. también me contó la razón de su retraso, me dijo que el tipo de la camisa azul la había encontrado.
¿cómo? pues no lo sé... no sé quién pudo darle su dirección... ya sabes que hombres como él conocen a mucha gente de la peor calaña. seguro que alguien la vio y fue a soplarle donde estaba. en fin, me dijo que le había suplicado que volviera, que había cambiado, que el tiempo que habían estado separados había sido muy duro para él, que la historia iba a ser distinta esta vez... ¿y ella? ella me dijo que no le había dicho nada, que había permanecido callada todo el tiempo pero que no podía echarlo de allí. dice que el tipo de la camisa azul se puso a llorar como un bebé, que le pedía insistentemente que volviera a aquella triste habitación de la calle décima, aquella en la que la había tenido encerrada durante meses... pero ella siguió sin decir nada y entonces, el tipo empezó a enloquecer.
¿lo imaginas? yo no pude parar de reírme, cuando me lo contó. aquel hombre musculoso, con cara de haber estado cabreado toda su vida, con dos fuentes por ojos y corriendo por todo el apartamento, gritando otra oportunidad, "me la merezco, me la merezco, me merezco una segunda oportunidad" y ella sólo callaba. ¿de veras crees que la merecía? qué va. ella me dijo que de repente se había cansado de oírle y salió de allí. él la siguió escaleras abajo, ella llamó a un taxi y antes de subir le dijo: "mira, lo siento, siento haberme ido de tu lado, lo siento de veras, pero no lo aguanto más. no te quiero, ya no... y es por tu culpa. Ahora, si me permites, llego tarde a una cita". pero para entonces yo ya estaba tan borracho como una de esos bizcochos que la tía sally baña¿ba en ron antes de comérselos.
¿entonces qué? ah... bueno, ya sabes, para entonces yo ya me veía felizmente casado con ella, incluso podía imaginarme la cara de nuestros hijos... todo estaba empezando a encajar. todo... ella había venido a la cita, sólo aquel memo de hombros anchos y camisa perenne había impedido el principio de una hermosa relación. pero, ¿sabes? la muy... bueno, mejor no lo diré... la muy... no, no debo decirlo... la tía, ¿sabes lo que me dijo? ¿qué no? pues me dijo que de todas maneras lo nuestro no habría prosperado... y a mí se me hizo un nudo en el estómago. ¿por qué? pues porque dijo que ya había encontrado a otro, un tipo sensible, no como nosotros, alguien que la hacía reír, no como nosotros, alguien a quien jamás se le acababan las historias...
¿qué? ¿que si sé quién es? no tengo ni idea... y lo peor es que aquella noche vino sólo para decirme que no habría nada entre nosotros, que olvidara lo de aquella noche, que me olvidara de ella, que no merecía la pena, que había muchos peces en el río... que... que... ¿hola? ¿estás ahí? ah... que habías ido a abrir la puerta... ¿quién...? ¿esa voz...? no... no puede ser... ¿tú? ¿tú eres el otro? ¿que tienes que colgar? ¿hola...? ¿hola...? maldito desgraciado... ¿jamás voy a tener un poco de suerte en la vida? mejor me voy con joe...
25.12.08
de la camisa azul (ii)
sí... era noche buena... ya te lo dije: no era un buen momento. te dije que no tendría que haberla llamado, que la historia no era tan fácil, que los hombres siempre vuelven al lugar del crimen... las mujeres también, por supuesto. te lo dije. y tú me insistías y yo no tengo fuerza de voluntad, ya te lo he dicho muchas veces... me ciegan esos labios, ese cuerpo de terciopelo que se contonea delante de mí, esa voz... sobre todo esa voz...
te lo dije. y tú no querías darme la razón. pensaste que todo iba a ser distinto esta vez... pero qué va. te equivocabas. y yo contigo... no sabes lo absurdo de aquella situación. no sabes cuántas veces me he dado golpes contra la pared por ser tan estúpido, por confiar en ella, en él... por pensar que yo podría hacerla feliz. el tipo de la camisa azul me había engañado y ni tú ni yo nos habíamos dado cuenta. qué desgraciado... ¿que respire? ¿que no es para tanto? pero tú... tú es que aún no sabes toda la historia.
¿recuerdas? al final conseguiste convencerme y fui al bar de joe. la telefoneé al número que había dejado en mi mesilla después de aquella noche de carne y sudor. aún podía sentir el calor de su cuerpo mientras me besaba el cuello, aún notaba el roce de su voz en mis oídos, todavía quedaban palabras haciéndome cosquillas... y mientras más tardaba en contestar más pensaba en ello... en ella. ¿qué? ¿que qué tal era en la cama? pero bueno, tendrías que saber que un caballero jamás cuenta semejantes intimidades... déjame que termine.
al final cogió el telefóno y hablamos unos minutos. ella parecía inquieta, pero no sé, tonto de mí pensé que era por mi llamada intempestiva... porque la habría sorprendido y se sentía aturdida. tendría que haber sido algo menos ingenuo. aún así aceptó mi oferta y me citó en el restaurante que hay en la esquina de la cuarta con la undécima. ya sabes, ese lugar italiano, ese pequeño paraíso de la pasta... ese que tanto odio. qué le iba a hacer... no quería que pensara nada extraño. ¿que te dan igual los detalles? ¿pero cómo quieres que vaya al grano si no dejas de interrumpirme?
el caso es que a mi llegada a aquel lugar rojo y verde, con manteles de plástico y olor a orégano, me senté en la mesa que teníamos reservada y esperé. el camarero me trajo una copa de vino y yo sólo tenía que esperar. pero ella no venía. las manillas de mi reloj apenas se movieron, mientras el camarero me ofrecía alguna que otra copa más. el tiempo pasaba lento, la gente miraba al pobre tipo con cara de plantado que ocupaba la mesa siete. ¿cómo? sí... era yo. no comí nada en toda la noche, sólo bebía y bebía. había puesto muchas esperanzas en aquella cita pero no servían de nada. no había venido... y ¿sabes? cuando estaba a punto de marcharme llegó ella. estaba hermosa, brillaba, o eso parecía, sus mejillas sonrosadas hablaban del frío afuera. las mías, que también estaban rojas, hablaban del alcohol ingerido.
¿que si estaba borracho? sí, como una cuba. creo que hacía tiempo que no me ponía así. ¿ella? ella se disculpó conmigo, ¿pero sabes? yo ya había perdido la cuenta del tiempo que había tardado en llegar y apenas atiné a gesticular unas pocas palabras, así que puse mi mejor cara de muchacho abatido pero orgulloso, dí algunos gritos que no decían nada y me fui de allí. la dejé. la dejé sola... sí... lo sé... ¿al final?
al final, amanecí en mi piso sin saber cómo, tirado en el sofá. aún a medio vestir. me dolía la cabeza y no recordaba nada. de repente, lo recordé todo. en flashes. distorsionado. pero lo recordé todo. y me sentí tan sucio, tan asqueado... entonces sonó el teléfono... ¿hola? maldito aparato... ¿hola?... ¿estás ahí?... oye joe, esto no funciona. a ver si lo cambias de una vez. era una conversación importante, ¿sabes? en fin... me voy a casa, tengo que contarle el final de mi historia.
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feliz navidad... espero que papá noel (aunque yo siempre he sido más de los reyes) os haya traído muchos regalos. un abrazo y, como siempre, gracias por venir.
19.12.08
de la camisa azul
15.12.08
eleanor rigby
12.12.08
carta de viernes
9.12.08
carne
3.12.08
mundo inventado
1.12.08
empire state building
27.11.08
jazz y vida...
24.11.08
pensando
17.11.08
del trabajo a casa
13.11.08
andando
11.11.08
café para dos
9.11.08
el instante
qué más da. últimamente estoy encontrando una nueva realidad más allá de mis manos, más allá de donde mis ojos son capaces de mirar. mucho más lejos, donde el mundo acaba y nadie llega, donde nadie habla, donde sólo unos pocos han estado antes. el lugar del alma, del llanto lento y sosegado, de la felicidad y la tristeza subido en el último vagón de un tren desórbitado rumbo a madrid. últimamente he estado pensando. oyendo. sintiendo...
guía tu corazón
a una nueva estación,
a un peseo sin reloj,
a una gran conversación.
al sonido del mar,
y a esa puesta de sol,
a una hoguera en un rincón de la noche.
nadie podrá arrebatarte
toda la magia de este instante,
hay un millón de motivos
para dar gracias por estar tan vivos.
no hay nada que pensar,
lo tienes ahí delante
nada te impide ya
disfrutar el instante.
sé que alguien te ha podido herir,
sé que aquello era importante
pero ahora que has llegado aquí
ahora no puedes derrumbarte.
ahora va a amanecer el sol
que brillara dentro de ti,
pues vas a concederte el don
de disfrutar y ser feliz.
la vida puede acabar hoy
pero eso no nos va a impedir
caminar siempre hacia delante.
nadie podrá arrebatarte
toda la magia de este instante,
hay un millón de motivos
para dar gracias por estar tan vivos.
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el instante. de la sonrisa de julia, en volver a empezar.
6.11.08
pequeño, insignificante
31.10.08
de semanarios estudiantiles iii
27.10.08
de semanarios estudiantiles ii
21.10.08
de semanarios estudiantiles
17.10.08
hace días
14.10.08
dos iguales
6.10.08
amanece en la ciudad
4.10.08
un lugar nuevo
30.9.08
años difíciles
26.9.08
otoño
delante de un café recién hecho se desconsalaba recordando aquellos días felices, aquellos días azules que no volverían. azules como en la canción, como los que ya no existían. azules como el paso del tiempo, como el horizonte olvidado. azules como su pijama preferido, como este cuaderno de notas deslabazadas, como el espejo en el que se miraba. azules eran los días en que él aún estaba.
el otoño había llegado. todo se humedecía, todo acababa empapado. sus ojos no iban a ser menos. su boca, seca, añoraba unos labios que besar, unas manos que la acariciaran, unos brazos que la rodearan, que la protejieran del mundo y del invierno, del año que acababa, de la vejez, de la historia, del miedo... sentía que había dejado de vivir cuando él se fue y sin embargo, habían pasado muchos, muchos días que ya eran grises y no azules.
el otoño la transformaba, contagiaba su estado de ánimo y la bendecía con una sensibilidad amarga, sucia... y muy triste. otoño, el otoño llegó hace días. y yo vuelvo a la rutina... una semana y vuelven las clases como vuelven las horas que no se quieren, como vuelven también esos días azules.
12.9.08
el final
luego nos emborrachamos, qué digo, me emborraché. tú solo me mirabas con cara de pena. tú no sentías nada. lo sé. pero yo sí. yo sí que lo sentía. sentía que había perdido la batalla otra vez, que nunca sería capaz de aprender, que siempre estarías tú y que ya no estaría ella. me emborraché. bebí y bebí, no sé durante cuanto tiempo, no sé quién me llevó a casa. pero cuando desperté tú también te habías ido.
alguna vez nos encontramos en los bares de siempre, recordamos viejos tiempos, ascendiste en la empresa, compartimos mesa de trabajo, volvieron a ascenderte... y yo... yo aún la recordaba. aún creía que volvería a verla, que llegaría el día en que una silueta conocida se recortara en la oscuridad de un antro cualquiera y fuera ella. yo aún soñaba con despertarme a su lado y mientras, las mujeres pasaban por tus brazos como si no fueran nada.
pero en fin... no siempre ibas a ser el más afortunado de los dos. un día ocurrió. volví a verla en el mismo bar que la primera vez. ella bebía de una botella de whisky barato y como la primera vez, volví a sentarme a su lado sin preguntar y me serví una copa. también como aquella vez, volvimos a mi apartamento. pero el final fue distinto... ella durmió conmigo. esta noche también ha dormido junto a mí.
7.9.08
el comienzo
- jefe, alguien me ha dicho que ibas a darme algo para hacer en esta maravillosa tarde de diciembre.
- ¿pero tú... otra vez? ¿se puede saber qué haces aquí?
- cualquiera diría que no te alegras de verme...
- no es eso, hombre, es que no te esperaba por estos lares. ¿por qué no me has llamado antes?
- es que todo ha sido un poco rápido... por eso quería pedirte un favor... ¿podría quedarme en tu casa un par de semanas?
- eh... bueno...
y no es que no quisiera, no es que me fastidiara verle allí... pero es que en todos esos años habíamos fraguado una extraña amistad. él había conseguido terminar con mis ilusiones cada vez que se lo había propuesto. él siempre llegaba primero. y si alguna vez había llegado tarde, siempre había conseguido colocarse en la pole. algo así fue lo que ocurrió.
ella había aparecido una noche cualquiera en un bar perdido, en la calle más oscura de hortaleza. la encontré sola en una mesa, dispuesta a emborracharse con una botella de whisky barato que no pretendía compartir. yo me acerqué a ella y sin decir nada, me senté a su lado. me serví una copa y le pregunté cómo había sido su vida hasta entonces.
- dudo que quieras saberlo -dijo ella.
- no tengo nada mejor que hacer en todo lo que queda de semana -respondí yo.
- tampoco nada ha hecho mi vida especial, ¿sabes? por eso estoy aquí, como todos, supongo. mi trabajo es una mierda, acaban de largarme del piso y creo que voy a tomarme unas vacaciones en casa de mis padres.
después de aquello nos emborrachamos y ella pasó unos días en mi apartamento. luego se marchó y sólo volvió la noche anterior a que se conocieran. yo los uní y ellos se separaron. yo los uní y ellos... y él la dejó marchar.
4.9.08
la azotea
yo no sé por dónde andaba, seguro que ya estaba trabajando. o quizá haciéndoos el desayuno. lo único que recuerdo es aquello que me contasteis, aquella conversación tan subrealista, como sacada de una de esas pelis antiguas que no tienen nada que decir pero en las que nadie deja de hablar. ¿no lo recuerdas?
- buenos días -dijiste entre bostezos.
- hola -dijo ella algo extrañada... después de haber bostezado también.
- ¿tú quién eres?
- ¿yo? ¿y tú?
- ¿yo? yo soy... ¿y qué haces aquí?
- pues yo... ¿y tú? ¿eres amigo de...?
- claro, me quedo unos días en su casa. ¿y tú? ¿tú también eres amiga de...?
- sí, también yo me quedo algunos días.
- vaya, parece que ha montado una casa de hospedaje sin avisarnos...
ahora sí que recuerdas como seguía, ¿verdad? hace tanto tiempo que casi he olvidado lo heladas que siempre tenía las manos pero aún la recuerdo justo antes de coger aquel tren. y recuerdo que te miraba al centro de los ojos, como si en aquel momento hubiera podido hacer cualquier cosa por ti, como si de habérselo pedido se hubiera quedado contigo... y conmigo. tendrías que haberlo hecho.
¿sabes? yo también la quería.
23.8.08
cartas y teléfonos
para entonces, sin saber cómo ni cuándo, yo había dejado de ser el mismo, había dejado de creer, de soñar, incluso de vivir y me pasaba las horas tumbado en la cama, buscando un punto en el techo que me ayudara a viajar más alla de la oscura luz del universo. más allá de aquello que ya conocíamos, más allá porque aquí no había nada que me acercara a ti.
nada excepto una larga línea telefónica que unía este continente con otro a miles de kilómetros. miles de kilómetros que nos separaban, que nos hacían más débiles, más opacos, más extraños y, he de decirlo... menos felices. habíamos jugado cientos de veces a que no pasaba nada, a que todo seguiría siendo igual, a que algún día volveríamos a vernos. cartas que iban y venían, llamadas que alguna vez al año siempre eran bien recibidas. historias contadas, palabras cruzadas, lágrimas después de colgar.
la de los cuarenta fue una década difícil aquí, supongo que también lo fue allí. hace más de cincuenta años que no la veo... y ahora me paro a recordar.
17.8.08
de brumas
hace más de un año que empecé a escribir aquí. más de un año con historias inventadas, retratadas, a veces sólo contadas. más de un año... estoy de vuelta, ya no me muevo. volveré a leerte.
25.7.08
ella en el bosque
y de repente un rayo de luz la deslumbró e iluminó septiembre. ella cerró los ojos y jamás volvió a abrirlos porque pensaba que era demasiado, que no podría, que volver sería un montaña demasiado alta para escalar, que mañana iba a ser más fácil, que la historia le daría un respiro. pero las hojas cada vez estaban más secas y el viento más húmedo y las noches más tristes. la navidad se acercaba y ella aún no se atrevía, los ojos cerrados y el cuerpo hecho un ovillo, una madeja... un pequeño puntito en medio de aquel bosque de ramas desnudas y troncos gigantes.
el frío era cada vez un poco menos frío. en las copas de los árboles algunas nuevas hojas empezaban a nacer y ella que sólo pensaba en dormir un poco más, en seguir como hasta entonces, como lo había hecho hasta ahora, esperando a un momento mejor. quizá si esperaba un poco más todo sería más fácil. pero no había príncipe azul que fuera a rescatarla, no había domingo de besos ni mañanas felices. no había nada, ni nadie.
así que al final de la primavera, cuando más frondosos estaban aquellos árboles que le daban sombra y paz, en una de esas tardes de sol rojizo ella empezó a estirarse poco a poco, abría los ojos casi con dolor, casi con pasión y miró alrededor. en casi un año de huida nada había cambiado. nada. nada. nada...
quizá otro de esos sueños... quizá una pesadilla. quizá la vida... quizá un viaje que acaba... o uno que recién empieza.
17.7.08
de damas
- y ahora... me toca mover a mí, ¿no?
- sí... ¿me has oído?
- no perdona, ¿qué decías?
- que hoy es su cumpleaños -dijo tras un largo suspiro con olor a enamoramiento.
- pues creo que la voy a poner aquí. sí, mira y te como esta y esta.
- ¿pero por qué no me haces caso? y encima me tienes contra las cuerdas.
- ¿que no te hago caso? hace quince días fue el mío y no te lo tomaste tan a pecho...
- pero no es igual... aquí, uff, de buena he salido. y esta también me la como.
- ¿cómo que no es igual? ¡maldición, no la había visto!
- pues hombre... ella es la mujer más hermosa del edificio. y tú... tú no eres más que un pobre hombre.
- ¡un respeto! que yo aún me mantengo muy joven, esta mañana sin ir más lejos, he estado haciendo mis ejercicios... en fin, ya sabes, lo de todos los días. ¡aja! ¡ya te tengo granuja! y, ¿cuántos cumple?
- ¡sí serás...! apenas 81 relucientes y estupendos años. está hecha una chavala... cualquiera diría que tiene más de 70... ahora déjame que piense...
- ¿81? ¿y qué le vas a regalar?
- ¡ahora verás! esta, esta y esta, ¡te queda una! voy a pedirle que se case conmigo.
- ¿qué? ¿cómo lo has hecho?... -silencio- ¿qué? ¡cómo? ¿que se case contigo? pero si eres ya muy mayor... ¿y ahora cómo te gano? a ver si aquí... voy a probar suerte.
- por eso mismo... quiero que seamos felices... creo que te has equivocado... quiero que sonría cada mañana al despertar y cada noche antes de dormir, quiero que salgamos a pasear juntos como cuando éramos unos niños... ¡gané! quiero olvidar que soy mayor.
- vaya... siempre pierdo contigo. ¿me invitarás a la boda, no? te he dejado ganar otra vez...
10.7.08
jazz
nueva york, mediados de los 40. pongámonos en situación. los cafés, los clubs, las calles, en todos lados se respiraba jazz. jazz como el que suena ahora y que iluminaba las noches y las vidas de los neoyorkinos. jazz de voces elegantes, de músicos que iniciaban su leyenda como louis armstrong o duke ellington, de colores claros y oscuros... y en medio siempre estaba ella.
ella... ella tenía la voz más sensual de toda la ciudad. cientos de jóvenes hacían cola cada noche para verla aparecer en el club en el que siempre actuaba. ese dichoso michael, el dueño del local, se estaba haciendo de oro con aquella princesita traída desde nueva orleans. cada noche el precio subía algunos centavos. qué más daba, nadie quería perderse un nuevo show.
y sin embargo no sólo tenía una voz bonita. también era la muchacha más bella que jamás había pisado el apestoso antro en el que cantaba. además, sus curvas eternas dirigían las miradas de todos aquellos babosos durante un par de horas cada noche. y yo me sentaba en la barra con una copa de coñac mientras dejaba que la música, su voz, sus labios... sus ojos y sus largos brazos me acariciaran suavemente sin hacerlo.
un par de veces pude hablar con ella. michael me lo permitió alguna que otra noche. era tan simpática, tenía una sonrisa tan dulce... pero cambié de ciudad, pasaron los años, me casé y jamás volví por aquel bar. ella creo que grabó un disco de éxito y se fue de gira por todo el país. ya casi hace 20 años de eso... en medio, el final de una guerra y la certeza de haber perdido algo en todo este tiempo, en este largo camino de la vida.
4.7.08
mañanas
y justo en aquel momento despertó. lo hizo sin rencores, sin medianías, sin condiciones... sin ataduras. y una canción rondando en su cabeza. a veces habíamos hablado de ello, pero ella nunca me había hecho caso. así que aquella mañana abrió los ojos y fue directa a su reproductor de música para después dejar que the cardigans moviera su cuerpo dulcemente.
mientras tanto un nuevo domingo comenzaba. fue a la cocina y se preparó una gran taza de café caliente. las tostadas estaban a punto y alguien había dejado sobre la mesa una de sus revistas preferidas (quizá habría sido ella misma). en la portada aparecía el hermoso rostro de una estrella de cine y junto a él, una afirmación algo hiriente referente a su esmalte dental. desayunaba tranquila, como a ella le gustaba, sin prisas... aquel día sólo tenía que saborear los placeres de la noche anterior.
y mientras tanto, la música seguía sonando y ella no hacía más que pensar en la oscuridad del bar de siempre y en el brillo de aquellos ojos que no paraban de mirarle. unos ojos que se hacían cada vez más grandes porque cada vez estaban más cerca. era él y ella sonreía porque era feliz. porque era él. porque volvía a ser él después de tantos meses. ya habíamos hablado de aquello, pero ella nunca me hacía caso.
así que él se acercó y en aquel momento una melodía deliciosa se deslizó entre los altavoces de aquella sala. y soñaron que sólo estaban ellos y que nadie más podría separarlos nunca. al menos no aquella noche.
acabó sus tostadas, terminó su café y volvió a la habitación. él aún no había despertado... aunque de eso se encargaría ella.
2.7.08
la cortina
tras la cortina azul una figura no dejaba de moverse al otro lado de la habitación. yo estaba tumbado en la cama, la siesta veraniega después de la comida no me permitía mantener los ojos abiertos durante mucho rato, así que puede que fuera una de esas ensoñaciones como las que tienen aquellos que vagan por el desierto viendo espejismos que primero están y luego ya no.
sin embargo no creo que fuera así del todo. aquella figura se movía como danzando, balanceaba sus brazos y se contorneaba al son de una extraña música. tan extraña como las ropas que se le intuían. flecos, velos, turbantes... quizá deliraba un poco. y creo que tenía algo de fiebre. parecía otra época en otro lugar del mundo pero pienso que estaba en casa, como siempre. en fin...
olvidé el sueño y me levanté de la cama, despacio, en una penumbra de persianas bajadas y calor sofocante. esquivé los pequeños muebles mientras pisaba aquello que más que un suelo de baldosas eran arenas movedizas. "qué extraño", recuerdo que pensé. al llegar a la cortina me escondí como pude para poder ver aquella figura mejor. era una mujer, una mujer muy joven de larga cabellera y tostada piel.
avancé haciendo a un lado la tela azul que me separaba de ella. y ya no estaba. no estaba. ni se oía música alguna, ni había rastros de arena al otro lado. "qué extraño", recuerdo que pensé. así que abochornado de mí mismo quise regresar a la cama de la que no tendría que haber salido, volví a correr aquella cortina y la figura regresó. la música sonó de nuevo y las contorsiones de la joven seguían allí como si nunca se hubieran ido.
descorrí la cortina de sopetón, aquella vez no tendría tiempo de irse. pero desapareció. decepcionado corrí la cortina otra vez y otra vez volvió. pero la descorrí y se fue de nuevo. "qué extraño", recuerdo que pensé. y también pensé "valiente cortina, que parece una pantalla de cine". y luego sonreí. así que corrí el telón, la muchacha volvió, me tumbé en la cama y entre sueños y verdades a medias me dispuse a disfrutar del espectáculo.
23.6.08
verano
el verano estaba a punto de llegar y con él también lo harían otros niños acostumbrados a una realidad más divertida, menos apartada del mundo. y traerían consigo historias de todo un año, hablarían de cuentos y nuevas experiencias, de juguetes y cosas aprendidas, de películas vistas y libros leídos. él tendría que volver a mirarlos con ojos como platos y dientes rechinando.
soñaba a finales de junio con subir a uno de esos trenes que alguna vez por semana pasaban por el pueblo para viajar a esos otros lugares distintos que él no había tenido oportunidad de visitar. soñaba con abandonar todo aquello y andar por una gran ciudad, rodeado de gente, de vida. soñaba con habitar otros mundos donde nadie le conociera, donde pudiera pasear sin ser observado, donde hubiera otras cosas más allá del río, de los animales y de la plaza del pueblo.
¿sabes? a mí me da por pensar que el ser humano es insatisfecho por naturaleza. nunca tenemos lo que queremos o simplemente puede que siempre queramos algo más de lo que tenemos. algo más bonito, algo distinto, lo que otros tienen... yo hoy me conformo con abandonar madrid y huir a ese pequeño pueblo al sur que me espera y que, aunque sólo sea por algunas semanas, me alejará del ruido de obras y gentes. donde los semáforos no existen y la vida nace en la calle. donde sigo siendo yo.
16.6.08
de chubasqueros
la primavera estaba acabando pero los pajarillos seguían tan vivos como siempre, cantando en las copas de los árboles, revoloteando entre las las ramas coloreadas de sauces llorones. sonreía al ver los tonos cálidos de un verano que se acercaba. y supo que no iba a llover más. que a partir de entonces todos irían abandonando poco a poco la ciudad y empezaría esa época extraña y sugerente en la que podía disfrutar de los lugares más recónditos de ella sin tantas prisas ni tanta gente, sin ruido de coches ni ambientes cargados. a solas, sin más.
ella se enamoraba cada año de las calles por las que andaba en invierno sin atender a su belleza, sin mirar a los ojos a los que paseaban a su lado, sin saber quiénes eran aquellos viajeros espontáneos que de vez en cuando se reunían en un vagón de metro y después se desvanecían entre pasillos y recovecos. ella se enamoraba cada año de la luz de una ciudad que cambiaba y se hacía más bella cuando los habitantes eran menos y las emociones más verdaderas.
está a punto de llegar el verano y en madrid sigue lloviendo. el cielo está gris y yo acabo de salir de un resfriado inoportuno... notas de agua y frío. notas de lluvia.
7.6.08
larry
nueva york, 1952. la redacción del times estaba a punto de cerrar en una de esas noches tranquilas de finales de primavera. larry oldman era el único periodista que aún no se había marchado del edificio, siempre se quedaba hasta al final y nadie sabía por qué, ni siquiera él. era uno de esos viejos sabuesos ultraconservadores que llevaba décadas en la profesión, sin haberse llevado una buena noticia a la boca. gafas gruesas, sombrero de ala, anchos tirantes, una libreta y un par de plumas en ristre, eran sus señas de identidad. sin embargo, nunca le habían servido de mucho.
aquel día alguien telefoneó a la redacción. era una voz sugerente, de mujer, de femme fatale, pensó él. la voz susurró unas cuantas cosas a su oído impaciente y para cuando hubo colgado el auricular, una primicia estaba a punto de salir por sus dedos para plantarse en alguna linotipia de las que tenían en el primer piso. la ciudad iba a tambalearse, el periódico acogería el mayor de los prestigios y él se convertiría en el periodista más grande del siglo.
no había tiempo para contrastar la noticia, la fuente le había convencido, todos los flecos estaban bien atados, era una historia sin fisuras y de todas formas, a aquellas horas no podía consultar con nadie. aquello tenía que ser contado. ¡paren las máquinas! ¡tengo un notición! al día siguiente nueva york se despertaba con estas líneas en portada:
la verdadera realidad del club habana. a últimas horas de la noche de ayer este periódico pudo saber que el citado club había recibido un cargamento de puros procedente de la isla maldita. al mismo tiempo, también supimos que el mismo local fue el centro de un intercambio de dinero por cientos de botellas de ron. además, el new york times supo a las mismas horas que un avión llegará esta mañana a la ciudad lleno de bailarines cubanos para actuar en algún lugar de esta maravillosa urbe, muy presumiblemente, en el mismo club habana.
después de esta entradilla, larry estaba convencido de ser el periodista más avispado del lugar. había dado todas las pistas para evitar un gran delito al día siguiente. sin embargo... por la mañana, todos sonrieron pícaramente. el club habana había ganado muchísimos clientes aquel día, nadie en toda la ciudad querría perderse semejante fiesta para celebrar la llegada del verano. larry, otra vez has metido la pata.
3.6.08
llama que se apaga
¿y sabes ese pequeño punto de luz que se queda en la mecha cuando la llama se apaga? ¿ese pequeño punto que parece una estrella en mitad de la noche? esa incandescencia son los recuerdos en las mentes de los demás. los recuerdos que nunca se van, porque no pueden irse, porque la vida es demasiado corta para olvidar. ismael me ha acompañado estos días, como siempre. y he de darle las gracias. ayer paré en unos versos que me empujaron un poco más y me ayudaron a seguir andando, siempre adelante.
si se callase el ruido
oirías la lluvia caer
limpiando la ciudad de espectros,
te oiría hablar en sueños
y abriría las ventanas.
si se callase el ruido
quizá podríamos hablar
y soplar sobre las heridas,
quizás entenderías
que nos queda la esperanza.
sé que tiene otro significado, pero también sé que cada línea de una canción encierra un sentido en sí misma. y sé que si se callase el ruido aún nos daríamos cuenta de muchas cosas y entenderíamos que nos queda la esperanza.
por eso hoy quiero brindar por nosotros, por ti y por mí, por ella, por la vida que se va y no vuelve, por la incandescencia de unos recuerdos anclados en tu ser, por saber que después de todo nadie se va porque siempre habitarán en ti... porque hoy es siempre todavía.
------------------------
letra de la canción si se callase el ruido, de ismael serrano. y brindo por nosotros, tres palabras mágicas de una amiga de este blog. gracias a todos.
26.5.08
servilletas de papel
yo le observaba desde mi mesa en un bar oscuro y sucio, perdido en la ciudad dormida. desde allí notaba la rabia con la que empuñaba su vieja estilográfica y lo furioso que se ponía cuando algunas de esas láminas de papel fino se arrugaban bajo su mano. la cara redonda y tosca enrojecida por la ira, los ojos que no dejaban de moverse. de vez en cuando parecía rugir por no poder escribir tan rápido como quisiera. las ideas venían a su cabeza con tanta violencia que casi podía oír sus pensamientos, casi veía el humo salir de sus orejas ardientes.
igual que otros en aquel bar, yo no podía de dejar de mirarle. jamás había presenciado nada igual, jamás había imaginado una venganza tan cruel, un final tan sangriento. un epílogo tan macabro en una noche tan apacible. aquellas palabras mataban y yo ya sabía a quién.
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el final de curso se ha ido acercando sin que apenas me diera cuenta y ahora ya buceo en él como cada año a estas alturas de mayo. seguro que a ti también se te amontonan las tareas, por eso me entiendes y por eso escribo menos en estos días, aunque las dudas no dejen de asaltarme. pero volveré en junio, una vez acabados los exámenes. ven cuando puedas... yo haré lo mismo. un abrazo.
19.5.08
nacimiento
miró sus pies e intentó levantarse. poco a poco, tan despacio como si cualquier movimiento brusco fuera a romperlo, se irguió y miró alrededor sin saber dónde estaba ni dónde ir, sin saber quién era ni lo que hacía allí. asombrado de tanta belleza, del calor que desprendía la tierra bajo sus pies, probó a despegarlos de ella, a andar sobre aquel lienzo puntiagudo de ramas y piedras. primero uno y después el otro, primero uno y después el otro.
al cabo de un rato llegó a la casa del viejo. él ya lo estaba esperando, había plantado su semilla nueve meses antes, cuando el mundo apenas pendía de un fino hilo. cuando todo estaba a punto de derrumbarse y aquella era la última opción. el viejo se acercó a él sonriendo y le besó en la frente.
desde entonces está un poco menos solo y es bastante más feliz.
14.5.08
olvidé
anoche olvidé cerrar la ventana por la que siempre me llamabas desde el parque. esa por la que siempre se colaba tu perfume. la ventana por la que mirábamos las estrellas cuando aún sabíamos de constelaciones e imaginábamos otra vida al son de una música inventada.
anoche olvidé guardar las cartas que enviaste desde lugares lejanos. sellos de países extraños que traían tu brisa y tu sonrisa. olvidé guardar las palabras que te hacían mía aunque sólo fuera un instante, aunque después de tu firma no hubiera nada. y olvidé quemarlas.
anoche soñé que volvías y apagabas la luz y cerrabas la ventana y escondías tus cartas. anoche soñé que estabas cerca, que jamás te marcharías. anoche la luna también dormía y el cielo lo iluminaban tus ojos que brillaban tanto como aquella última tarde naranja en el café.
13.5.08
mañana de lunes
ya son las doce y media. huele a comida, pero no a una, sino a muchas. la ropa tendida también desprende un fresco olor a suavizante y los niños no dejan de gritar. parece que pronto será la hora de salir del colegio. ando un poco, no demasiado y el sol, que ya empieza a lucir con todas sus fuerzas a estas alturas de la primavera, me toca y me llena por dentro. parece que hiciera años que no piso la calle.
sigo andando, tuerzo la esquina de uno de esos jardines vallados tan típicos en la periferia de madrid y las mujeres que compran el pan en el 24 horas se paran a hablar de recetas, la tele o los niños. a veces me paro a escucharlas, a veces me gusta saber algo más de la vida de los otros. pero a veces tengo prisa y no me da tiempo. maldita prisa, siempre corriendo.
sigo andando. ya no hay que torcer más. los viejos, sentados en los bancos a lo largo del paseo, hablan no sé muy bien de qué pero sobre todo se hacen compañía. siempre me ha gustado la forma que tienen de hacer amigos, tan fácil, tan rápida... sólo basta llegar hasta el mismo lugar para ponerse a hablar del tiempo, el alcalde o los tiempos mozos. sus voces suenan distintas, con acento, como si no fueran de aquí, como si, igual que yo, fueran de otro lugar, un poco más al sur, o al norte, o quizá al este o al oeste. emigrantes de otros tiempos que ya no han vuelto a casa. también de otros colores. a veces también me apetece envejecer un poco para saber qué se siente.
el semáforo está en rojo. no viene nadie. dudo. cruzo la calle. la parada del autobús está vacía, seguro que acaba de pasar el mío. la ley de murphy se ceba conmigo cada vez que puede, es decir, siempre. el sol calienta más de lo que debiera, busco la sombra. parece que no soy el único que lo ha hecho. murphy me da un respiro. un hombre y una mujer charlan amigablemente. yo intento leer la sentencia de publicidad ilícita que tengo que comentar. no me apetece. por fin llega el autobús. subo... próxima parada, facultad de ciencias de la comunicación.