nueva york, 1952. la redacción del times estaba a punto de cerrar en una de esas noches tranquilas de finales de primavera. larry oldman era el único periodista que aún no se había marchado del edificio, siempre se quedaba hasta al final y nadie sabía por qué, ni siquiera él. era uno de esos viejos sabuesos ultraconservadores que llevaba décadas en la profesión, sin haberse llevado una buena noticia a la boca. gafas gruesas, sombrero de ala, anchos tirantes, una libreta y un par de plumas en ristre, eran sus señas de identidad. sin embargo, nunca le habían servido de mucho.
aquel día alguien telefoneó a la redacción. era una voz sugerente, de mujer, de femme fatale, pensó él. la voz susurró unas cuantas cosas a su oído impaciente y para cuando hubo colgado el auricular, una primicia estaba a punto de salir por sus dedos para plantarse en alguna linotipia de las que tenían en el primer piso. la ciudad iba a tambalearse, el periódico acogería el mayor de los prestigios y él se convertiría en el periodista más grande del siglo.
no había tiempo para contrastar la noticia, la fuente le había convencido, todos los flecos estaban bien atados, era una historia sin fisuras y de todas formas, a aquellas horas no podía consultar con nadie. aquello tenía que ser contado. ¡paren las máquinas! ¡tengo un notición! al día siguiente nueva york se despertaba con estas líneas en portada:
la verdadera realidad del club habana. a últimas horas de la noche de ayer este periódico pudo saber que el citado club había recibido un cargamento de puros procedente de la isla maldita. al mismo tiempo, también supimos que el mismo local fue el centro de un intercambio de dinero por cientos de botellas de ron. además, el new york times supo a las mismas horas que un avión llegará esta mañana a la ciudad lleno de bailarines cubanos para actuar en algún lugar de esta maravillosa urbe, muy presumiblemente, en el mismo club habana.
después de esta entradilla, larry estaba convencido de ser el periodista más avispado del lugar. había dado todas las pistas para evitar un gran delito al día siguiente. sin embargo... por la mañana, todos sonrieron pícaramente. el club habana había ganado muchísimos clientes aquel día, nadie en toda la ciudad querría perderse semejante fiesta para celebrar la llegada del verano. larry, otra vez has metido la pata.
Cerca del cielo
Hace 1 mes
6 comentarios:
estoy convencida de que con un poquito mas de tu ingenio delante y otro poquito más de imaginación detrás de este relato serias tú el q te convertirias en el escritor más grande del siglo
Estoy de acurdo con tu nena.Oye,la música es preciosa.Me levanta el ánimo y ahora lo necesito mucho.
Muchos besos para los dos.
Siempre tan extraordinariamente sorprendente en tus relatos, me encanta estar de vuelta en tu rincón azul!
Besoss
O.O
genial!!
auqnue no debería soprenderme sabiendo que viene de ti.
besos
Cuantos Larry hay hoy en día en la profesión periodística. Vale más una noticia que una información.
Buen relato.
Saludos.
Pobre Larry, lo has descrito tan bien que puedo ver su cara al descubrir la metedura de gamba...
Genial escrito, me encantaría escribir como tú... esto es envidia sana!
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