6.10.08

amanece en la ciudad



amanece en la ciudad. poco a poco el sol va alumbrando las calles pero ellas se empeñan en mantener el reflejo azul de los primeros ratos de luz. los sonidos empiezan a aflorar, la tranquilidad acaba. los trabajadores salen a la calle, los párpados inflados, aún casi dormidos. suben a sus automóviles, viajan durante media hora si es que tienen suerte, los dejan aparcados (o no) a quince minutos de su lugar de trabajo, suben al ascensor y empiezan una nueva jornada en su cubículo de dos por tres metros cuadrados, antes de consultar la abultada agenda y el menú del día en el comedor de la empresa.

mientras, él sigue dormido ajeno a todo. sus ojos siguen cerrados y su respiración sintoniza con la atmósfera de la habitación. aquí todo es blanco, impoluto. sin estrés. dulcemente aislado de las turbulencias que empiezan a sentirse más allá de la puerta de casa, en pleno centro de un infierno de cemento y metal. el cielo es azul como cualquier otro día, sólo que ya estamos en invierno y aún no ha llovido una gota. en la calle los taxis empiezan a sentir el calor de los viajeros en sus asientos, las cafeterías bullen de gente que entra y sale y la boca del metro hace desaparecer a decenas de personas cada minuto en la oscuridad del subsuelo. pero él no siente nada. su sueño imperturbable le hace incapaz de notar cualquier otro roce que no sea el de las sábanas. sólo duerme, respira y se mueve cuando la postura no es lo suficientemente convincente.

a unos metros de distancia está ella. hace un rato que está despierta pero no puede moverse. ni siquiera puede creerlo. ojalá el mundo parara y pudiera disfrutar de aquel momento antes de que todo vuelva a empezar. antes de que se revolucione la historia y el día se haga eterno sin él. o bueno, con él pero sin la tranquilidad de ahora. han pasado una noche placentera, no cabe duda. él campa a sus anchas tapado hasta las cejas y ella... ella ya está impaciente. así que con cuidado intenta levantarse de la cama sin despertarle. lo consigue. menos mal, cualquiera sabe qué podría haber pasado... se acerca a la ventana y desde el cuarto piso de su edificio contempla la bulliciosa vida en la ciudad.

un par de semanas más y ella estará allí. aunque su mente seguirá aquí. muy cerca de ese lindo bebé que duerme junto a ella. la directora ejemplar tendrá que volver a su puesto de trabajo. es hora de desayunar.

6 comentarios:

Sara dijo...

Quien pudiera permanecer, un día de trabajo, amarrado a las sábanas de su cama, sintiendo el calor de un cuerpo que te ha acompañado durante la noche fría...
Quien pudiera huír del tedio del trabajo, del ensordecedor ruido de los claxon en la calle, del ascensor que te lleva a la oficina...
Quien pudiera permanecer, un día de trabajo, en esa cama, y dedicarse tan sólo a pensar en él, como sorprenderle, quizás con un vestido nuevo, un peinado diferente, una taza de café recien hecho, y un día sin tener que trabajar...

Ceci dijo...

Disfruto mucho de estas tuyas lecturas.
En particular, esas formas que encuentro, como las sensaciones encontradas en "amanece en la ciudad", me dan ganas de seguir leyendo mientras aquí, en Buenos Aires, amanece en la ciudad.

besos

Anónimo dijo...

¡Vaya manera de mantener la intriga hasta el final!

Todo lo bueno se acaba y también las directoras ejemplares tienen que incorporarse a su puesto después de una baja maternal.Yo diría,porque lo he pasado (aunque no sea directora general), que se irá con complejo de culpa.
¡Qué le vamos a hacer!Así somos las madres.

Un beso para los dos.

Pandora dijo...

Pues sí, es duro volver a la rutina siempre pero más aún si tienes una personita chiquitita que depende de ti... En fin, hay que afrontar estas cosas como se pueda...
Saludos.

Eclipse dijo...

no pensé que fuera un bebé.. me dieron ganas de encontrar un bebé y olerlo... eso es algo que me llena de paz.
parece mentira que ya hayan pasado cuatro años desde que mecía a mi hermanita recién nacida y dormíamos bajo kilos de mantas para mantenernos calentitas.
los bebés son mucho más que simples seres recién nacidos.

Elegi@ dijo...

Me he divertido de mis propios pensamientos, no espere ese final pero no me extraña de ti, agradezco tu manera de hacerme reir, he creido que tratabas una idea similar a la que yo deje por alla. Por cierto gracias por la visita. Un abrazo hermano.

 
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