a la vista de todos había quedado bien patente su ineptitud total para escribir recetas de como comportarse ante determinadas situaciones a las que nadie había dado nunca un guión prefijado. me explico. como si viviera dentro del día de la marmota, había caído cientos de veces en el mismo error sin poder corregirlo, cada ocasión era una oportunidad perdida y no porque no lo intentara, no te creas, él hacía lo que podía. pero era eso, que no podía.
después de todo, la sección del periódico universitario dedicada a consejos amorosos no había sido idea suya, como tampoco había sido idea suya responder a las misivas de decenas de alumnos nerviosos antes de proponer una cita a la chica de sus sueños o al capitán del equipo de fútbol. pues eso, que él hacía lo que podía, pero casi siempre lo que podía no era suficiente. así pasaba lo que pasaba. y eso que siempre había soñado con ser el mejor redactor de crónicas rosa del edificio departamental, siempre a la caza de la noticia más jugosa, degustando ser la comidilla estudiantil.
así que nada, que no podía ser. el director del periódico no le daba la oportunidad de su vida y mientras tanto, él se podría en los inframundos de la psicología sentimental y no con demasiados buenos resultados: casi cada individuo que osaba pedirle consejo acababa escarmentado, enterrado hasta las cejas en el tedioso cenagal del olvido amoroso, acordado frente a la idea de una nueva cita, arrugado de tanto llorar en cualquier rincón de su habitación.
qué contarte. un día pasó lo que tenía que pasar. la secretaria del periódico dejó una nueva carta sobre su mesa. y esta vez tuvo la sensación de que el enamorado soplaba los vientos por él mismo, quiero decir, por nuestro extraño san valentín. ¿podría ser posible? ¿sería enamorado o enamorada? ¿debería disuadirle de intentar cualquier difusa técnica amatoria? ¿o por el contrario tendría que darle las pistas para conquistarle? y en ese caso... ¿cómo acabaría aquello? ¿acertaría por una vez o erraría de nuevo? y lo más importante, ¿quería él ser conquistado?
demasiadas preguntas... ¿alguna respuesta?
6 comentarios:
Siempre pensé que la gente no mandaba cartas a las secciones rosas de los periódicos. Pensaba que esas problemáticas eran inventadas por un escritor sin sentimientos. Pensaba... Y ahora me encontre con tu escrito viendo ese otro lado.
Solo espero que el director del diario le de esa ansiada oportunidad.
Besos amigo, gracias por tus palabras.
Bueno, ¿y cómo sigue la historia?
perdón si ofendo a alguien... pero siempre me parecieron muy pelotudas las secciones rosas de cualquier cosa... no sé. una mezcla entre lo cursi y lo bizarro.
también pensé que eran inventos. yo no pediría consejos a un desconocido.
no sé
pero tu relato del otro lado me ha parecido genial
¿Te has inspirado en alguien para escribir este post?...Hace algún tiempo eran muy habituales y seguidos los espacios en la radio y en revistas,en los que la gente usaba seudónimos y pedía consejo sentimental...
Comparados con lo que son hoy los espacios rosas,aquellos me producen ternura.
Dale una oportunidad a tu reportero y continúa la historia,vale?
Besos para los dos.
No hay ninguna duda, si recibes una carta, debe ser respondida. Él no hacerlo, supone el mayor de los desprecios.
Además, todo el mundo quiere ser conquistado, estoy segura, aunque digan una y mil veces que no, que ya les hirieron demasiado.
Jamás debe darle pistas para realizar su conquista. Eso es algo que deberá aprender, es complicado, pero ¿y qué no lo es?
Y si vuelve a errar, ¿acaso tiene algo que perder?
Besitos,
Me parece de lo más interesante saber si realmente era mal consejero o simplemente malo en el terreno sentimental
Me lo cuentas?
Besos
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