aquel hombre vestido como si hubiera salido de otra época no dejaba de escribir, lo hacía compulsivamente sobre decenas de servilletas de papel. una detrás de otra, agotándolas en apenas unos minutos y ordenándolas de manera sistemática en una esquina de la barra.
yo le observaba desde mi mesa en un bar oscuro y sucio, perdido en la ciudad dormida. desde allí notaba la rabia con la que empuñaba su vieja estilográfica y lo furioso que se ponía cuando algunas de esas láminas de papel fino se arrugaban bajo su mano. la cara redonda y tosca enrojecida por la ira, los ojos que no dejaban de moverse. de vez en cuando parecía rugir por no poder escribir tan rápido como quisiera. las ideas venían a su cabeza con tanta violencia que casi podía oír sus pensamientos, casi veía el humo salir de sus orejas ardientes.
igual que otros en aquel bar, yo no podía de dejar de mirarle. jamás había presenciado nada igual, jamás había imaginado una venganza tan cruel, un final tan sangriento. un epílogo tan macabro en una noche tan apacible. aquellas palabras mataban y yo ya sabía a quién.
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el final de curso se ha ido acercando sin que apenas me diera cuenta y ahora ya buceo en él como cada año a estas alturas de mayo. seguro que a ti también se te amontonan las tareas, por eso me entiendes y por eso escribo menos en estos días, aunque las dudas no dejen de asaltarme. pero volveré en junio, una vez acabados los exámenes. ven cuando puedas... yo haré lo mismo. un abrazo.
No consigo olvidarte
Hace 1 semana