19.5.08

nacimiento

abrió los ojos y la luz intensa de aquella mañana quebró sus retinas. volvió a cerrarlos dolorido y, a tientas, y muy despacio empezó a explorar su cuerpo desnudo, sorprendiéndose con cada centímetro de piel bajo sus dedos, con cada curva, con cada protuberancia, con cada recoveco. entonces despegó los párpados, esta vez con más cuidado y se vio tendido bajo un manto verde de ramas y hojas de árboles desconocidos. la luz del sol se filtraba entre las copas de aquellos gigantes y el sonido de pájaros lejanos acudían a sus oídos vírgenes.

miró sus pies e intentó levantarse. poco a poco, tan despacio como si cualquier movimiento brusco fuera a romperlo, se irguió y miró alrededor sin saber dónde estaba ni dónde ir, sin saber quién era ni lo que hacía allí. asombrado de tanta belleza, del calor que desprendía la tierra bajo sus pies, probó a despegarlos de ella, a andar sobre aquel lienzo puntiagudo de ramas y piedras. primero uno y después el otro, primero uno y después el otro.

al cabo de un rato llegó a la casa del viejo. él ya lo estaba esperando, había plantado su semilla nueve meses antes, cuando el mundo apenas pendía de un fino hilo. cuando todo estaba a punto de derrumbarse y aquella era la última opción. el viejo se acercó a él sonriendo y le besó en la frente.

desde entonces está un poco menos solo y es bastante más feliz.

3 comentarios:

Castigadora dijo...

Ojalá todos pudieramos experimentar esa sensación de renacimiento en algunos momentos.
Como echaba de menos tus relatos.

Un beso

Anónimo dijo...

Pues sí,renacer limpios de cualquier mal sentimiento y empezar de nuevo llenos de energía positiva...Me gustaría.

Besos para los dos.

Alicia dijo...

Ójala pudieramos renacer... me gusta imaginarlo.

 
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